Es que en lo que va del año, el Gobierno provincial no discutió salarios con sus empleados ni otorgó aumentos para empatar a la inflación. Bajo el argumento de no contar con fondos, desde el Ministerio de Trabajo se justificó la no apertura de paritarias.
En lo relativo a la seguridad, la Provincia celebró el anuncio del Presidente de la Nación de una inversión de 10 mil millones de pesos para equipamiento e insumos, y el envío de 4 mil efectivos de fuerzas federales para luchar contra el delito. Fue en este contexto, que policías bonaerenses salieron a reclamar e hicieron vigilia en la residencia del mismo Gobernador en La Plata hasta pasadas las 2 de la madrugada del martes. Manifestaciones simultáneas se dieron en Florencio Varela, Quilmes, Almirante Brown, La Matanza, Mar del Plata, Junín, Bahía Blanca y otras ciudades de toda la provincia.
El aumento salarial para la Policía -se habla de un 30%- se anunció al día siguiente. Lo hizo el jefe de Gabinete bonaerense Carlos Bianco junto al ministro de Seguridad Sergio Berni, muy cuestionado por no haber “atajado” el problema a tiempo. Reconocieron “un retraso importante” en los sueldos de los efectivos y destacaron el “gran trabajo” que hacen en esta situación excepcional de la pandemia.
La protesta se leyó desde la política como un intento de desestabilizar al Gobernador y de facilitar la salida del Ministro. La oposición aprovechó el espacio y se puso del lado de los reclamantes, de la misma institución que está siendo investigada por hechos de violencia institucional de extrema gravedad como la muerte de Facundo Castro Astudillo. Muchos medios de comunicación le dieron voz a la policía.
No es nuevo que la Bonaerense trabaja en inferioridad de condiciones que las policías Federal y Metropolitana. Nos acostumbramos a que nuestra policía no tenga insumos, gane poco y con algunos efectivos corruptos. Por supuesto que no todos los policías son iguales y que la mayoría hace su trabajo lo mejor que puede y con lo poco que tiene. La democracia tiene una deuda pendiente con jerarquizar esta institución.
Es posible que haya condimentos políticos y también un reclamo genuino de mejora salarial. Pero a las cosas hay que llamarlas por su nombre y cuando una fuerza de seguridad no responde a su superior, está sublevada. Y es lo que ocurrió con estos efectivos, aunque los gobernantes no quieran decirlo.
Sería un grave error que desde la dirigencia política se premie con un aumento de sueldo a la desobediencia. Es una señal peligrosa para la sociedad en su conjunto, que merece una policía mejor, profesionalizada y presente en las calles
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