Él mismo fue, junto a su padre y un par de vecinos más, fundador de la sociedad de fomento del barrio. «Su deseo fue trabajar siempre con y para los vecinos. Luchó para lograr la Personería Jurídica y convocar a gente que se podía comprometer», recordó Javier, uno de los hijos del dirigente, quien rescató: «tenía vocación de servicio desde muy joven».

Ángel nació en 1957 en Lanús oeste, hijo de padre entrerriano y madre santiagueña, enseguida vino a vivir a Berazategui. Era el mayor de tres hermanos. Concurrió a la Escuela N° 6 y cursó el secundario en el politécnico. Egresado de la misma, trabajó en una metalúrgica de Capital Federal, donde fue elegido delegado. En esas circunstancias fue perseguido por la dictadura militar y «salvado» por sus propios jefes.

En los ´90 militó con Argentino Geneiro. También trabajó con De Narvaéz y posteriormente se alineó con Esteban Bullrich. «En esa época se hicieron comidas comunitarias en los barrios y así nació el Pro a nivel local. La primer sede fue en Mitre y 15, donde vino Jorge Macri, que le abrió las puertas del partido en el conurbano. Allí papá conoció a Mauricio, a Vidal, y también a sus eternos amigos Luis Céspedes y Luis Aguirre, que lo acompañaron siempre, en este largo camino y a quienes estaremos eternamente agradecidos. Juntos comenzaron a trabajar con el partido y se acercaron al radicalismo», recordó Javier Soto más tarde.

«Fue un tipo sincero, muy compañero, convencido que se podían hacer las cosas mejor de lo que se hacían, era muy critico y convocaba siempre al diálogo. Era un hombre al que le apasionaba  mucho debatir porque venía de la  militancia. También era muy leal y eso lo llevó a tener problemas con gente que no le hizo ningún bien a Berazategui como Gabriel Kunz, con quien compartió un montón de momentos familiares, personales y políticos, pero luego lo traicionó. Por ejemplo, no le pagaba lo que correspondía y siempre lo humilló. Como familia siempre le advertíamos eso, y cuando se dio cuenta lo que estaba pasando y lo que Kunz estaba haciendo, se sintió sumamente defraudado. Nunca supo de los negociados que tenía  y todo lo que generó, y se sintió muy mal cuando lo descubrió», contó Javier Soto. Fue Ángel quien más luchó para correrlo del lugar donde estaba y terminó como presidente del Pro local, un lugar que le correspondía por derecho.

«Le molestaba mucho que a pesar de todas las denuncias que había en contra de Kunz, haya  asumido como concejal. Mi papá le enseñó muchas cosas, pero no a mentir ni a robar. Eso le provocó mucho dolor, estaba muy defraudado».

También recordó: «Le pidió que renuncie a la presidencia del Pro, porque le estaba haciendo muy mal al partido. Kunz se resistió y lo terminaron sacando. Papá comenzó a dialogar con dirigentes más sanos, trabajadores con ganas de hacer las cosas bien como él. Tenía muchos proyectos, incluso se iba a presentar con Hernán Ríos e iban a inaugurar una sede del Pro en Berazategui. Se venían tiempos de cambios, de mejor diálogo con otros sectores, pero el COVID se lo llevó. Mi papá le dio todo a Berazategui, hasta su vida».

Soto tuvo cuatro hijos: Javier, Flavia, Melina y Oriana, y cuatro nietos. Estaba casado con Emilia Nidia Gauto, con quien compartió una vida llena de compromisos hacia la comunidad que conocía bien sus valores.

«Estamos afrontando esta pérdida en familia. Estaría bueno que hubiese más Ángel Soto en la política. Somos testigos que tenía una sola camisa y un pantalón para ir a las reuniones políticas. Era muy sencillo y honesto», recordaron sus hijos.

«A nosotros nos dio mucho, fui una de sus compañeras porque lo seguía a todos lados. De chica me sentaba con los padrones en la esquina de casa y le decía a los vecinos dónde votar. Nunca dejé de acompañarlo y fiscalizamos juntos en todas las elecciones», recordó Melina, hoy estudiante de abogacía, quien concluyó: «nos sentimos orgullosos por todo lo que hizo».

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