López explicó que en los últimos meses se multiplicaron las denuncias por este tipo de delitos: sólo a él, los ciudadanos le reportaron estafas por 27 millones de pesos. «Se trata de clientes de distintas entidades bancarias a quienes les han robado no sólo la plata que tienen en sus cuentas bancarias, sino que además sacan créditos a su nombre y luego, previo robo de datos bancarios, transfieren ese dinero a otros CBU», informa.

El incremento de esta modalidad delictiva se da especialmente desde el inicio de la pandemia, con el aumento de la bancarización de ciudadanos que estaban fuera del sistema, el otorgamiento de bonos y beneficios como el IFE y, en mayor medida, con el otorgamiento de créditos preaprobados y «a un sólo click» que ofrecen casi todas las entidades. «Los créditos preaprobados son una bomba de tiempo, ya que en minutos cualquiera puede tener hasta un millón de pesos en su cuenta bancaria, casi sin ningún tipo de control: si alguien accede a tu homebanking saca un crédito, lo transfiere en el momento y listo. Esto está pasando porque no hay ningún control sobre estos delitos y los estafadores lo saben. De hecho, lo más apuntados por los estafadores son los trabajadores estatales (los docentes por ejemplo), que no sólo tienen la posibilidad de acceder a esos créditos preaprobados, sino que también pueden pedir un adelanto de sueldo, lo que hace aún más ´jugoso´ el botín», explica López.

En ese sentido, el especialista sostiene que una manera de evitar este tipo de estafas sería que los bancos pongan mayores condiciones a la hora de dar créditos preaprobados, por ejemplo pedir una reverificación al cliente antes de acreditar el dinero. «Esos créditos están disponibles en minutos, entonces cabe preguntarse si es necesario que así sea, o bien por qué no se toman mayores medidas de seguridad, como por ejemplo una reverificación por algún otro medio».

En cuanto a la forma de accionar para denunciar estas estafas, López explica que lo mejor, siempre, es contar con un abogado: «El llamado al banco para reclamar por este tipo de estafas suele terminar en la nada. Por eso la gente tienen que saber que lo primero es la denuncia, en la comisaría y en la fiscalía, y luego contar con un abogado y mandar una carta documento, que es casi la única manera de que el banco responda ante la estafa».

Los delitos cibernéticos no sólo atañen a los bancos y sus clientes, sino que también se expanden en las redes sociales. En ese sentido, López pone la lupa sobre la venta de artículos y productos a través de MarketPlace de Facebook. «Es peligroso porque en este caso no existe ningún control del Estado. La gente compra algún producto y pacta un encuentro en un lugar determinado, dando sus características físicas y cómo estará vestido para llevar adelante la operación. Así es como los ladrones los marcan y mandan a robar, sabiendo que llevan dinero en efectivo para pagar la compra pactada. Es un delito común que está creciendo porque, de nuevo, nadie controla», sostiene. «Hay muchas páginas truchas, con perfiles falsos, donde la gente compra sin saber bien a quien», agrega López, quien recomienda «comprar en lugares donde alguien responda o dé respaldo ante algún problema de este tipo».

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