«Con la pandemia estamos trabajando muchísimo más. Suponemos que el problema esta en la conviviencia diaria, donde se suma el tema económico, porque a veces el hombre no puede salir, no puede ir a trabajar y al estar juntos todo el día, si antes había roces, la cuarentena los incrementó. Hay casas muy chiquitas, con muchas necesidades. Por estos días tenemos más intervenciones urgentes y eso nos preocupa», indicó Salomé Pereyra, titular de la dirección de la Mujer municipal, creada en enero de este año. «Nuestro trabajo está en la calle, todo el tiempo, visitando a las familias y haciendo continuos seguimientos. A veces comenzamos a la mañana y terminamos a la madrugada. Te diría que es casi un trabajo de 24 horas, porque la violencia no termina nunca, no tiene horario», contó la dirigente, quien pidió «penas más duras para los violentos. En esto coincidimos todos lo que trabajamos en este área. Nosotros podemos poner todo el sacrificio de nuestra parte pero los violentos entran y salen, reinciden en forma permanente. La ley debe ser, en este sentido, más rigurosa. Se debe hacer una revisión para que podamos tener las herramientas necesarias y actuar en consecuencia» pidió.
Recordó que «aun durante la cuarentena quienes están pasando por una situación de violencia por razones de género pueden salir a pedir ayuda e incluso ir acompañadas por una persona de confianza».
«La mayoría de estas situaciones se registran en hogares muy humildes, por lo menos son los que vienen primero a pedir ayuda, sabemos que existen en otros ámbitos pero todavía cuesta plantarse y denunciarlos- y agregó- el tema es que a las familias más humildes se le suma la cuestión económica. Es por eso que entregamos bolsones de verduras y asistencia permanente. Y más ahora, cuando el aislamiento les impide salir de sus hogares».
Pereyra agradeció especialmente al jefe comunal, doctor Juan José Mussi, «por haberme puesto en tamaña responsabilidad, por eso trato de estar a la altura de las circunstancias, porque sabemos la importancia que él le da a este tema».
En cada intervención trabaja un grupo multidisciplinario de profesionales, donde se suman la policía y la justicia, si es necesario. «Estamos tratando de trabajar en conjunto. Hay psicólogos, asistentes sociales, abogados y acompañantes terapéuticos. También estamos trabajando con el CIPAV, que tienen un grupo de profesionales y son los encargados de colocar los botones antipánico en los casos que se requiera» aseguró Pereyra quien añadió: «estamos en contacto permanente con la gente del ministerio de provincia y de nación con quienes nos hablamos y trabajos en conjunto, porque eso nos enriquece y nos ayuda a mejorar».
Las denuncias llegan por diferentes vías. La más común es el teléfono. Por eso pusieron a disposición varias líneas de comunicación posibles, que funcionan las 24 horas. Uno es el 144 y los números: 155704-4946 o 156901-9925 o 153931-1473.
«No llevamos la cuenta, pero en total, creemos que tuvimos unas 300 intervenciones desde que comenzó el aislamiento social. Se hicieron, por ejemplo, varias visitas a gente que denunció violencia, llevamos alimentos a familias que están pasando situaciones complejas, siempre tratamos de ir personalmente, porque así vemos lo que pasa, nos involucramos, y vemos la realidad del lugar. Hasta hicimos dos mudanzas donde las víctimas pidieron irse de sus hogares. Muchas veces esta decisión es la más complicada, pero si no se puede sostener y no tienen más alternativa, hay que llevar tranquilidad a las criaturas y seguridad para ellas mismas. Vemos que lamentablemente es recurrente que los hombres hagan caso omiso a la ley, y no acaten las restricciones, ni le tengan miedo a los botones de pánico. Es muy difícil porque ante las denuncias no hay leyes que contemplen penas más duras y hacen que estas situaciones se repitan una y otra vez».
Salomé consideró que «desde que las mujeres empezaron a defenderse de sus parejas, muchos hombres se sintieron desafiados y eso trajo más complicaciones aún. Había chicas que eran muy sumisas pero ahora ante los agravios se le paran enfrente o reaccionan tratando de defender a sus hijos ante la violencia. Lo importante es que aquellas mujeres que están pasando por esas situaciones de amedrentamiento tanto físicos como psicológicos sepan que no están solas y que pueden pedir ayuda».
A todo esto se le suman otros problemas como son los abusos de menores y las cuestiones de la comunidad trans. «Son cosas que no podemos dejar de atender, porque esta sucediendo en nuestra sociedad. Son grupos que estaban desatendidos, por eso estamos trabajando con la Agrupación Mariela Muñoz, por ejemplo, que nos esta ayudando mucho. Días atrás tuvimos el caso de una chica trans que fue golpeada en la calle y tuvimos que intervenir. Hay un abanico de cuestiones que hay que atender, muchos incluso demandan un dialecto diferente, que hay que tener en cuenta para tener una buena comunicación. Por otro lado, tenemos el trabajo de las mujeres sindicalistas, del campo…que hasta antes de la pandemia estaban tratando de generar nuevos proyectos y ahora están paralizados. Creemos que de a poco se podrá ir recuperando todo eso».
Para cerrar Pereyra opinó: «No hay nada peor que el silencio, si se guardan la violencia es posible que estos hechos sean cada vez más seguido. Nosotros hicimos un video que intentamos que llegue a todos, donde pasamos nuestros contactos y no tiene audio. La idea es que si esta la pareja al lado no se de cuenta de lo que estamos contando y las victimas tomen conciencia y puedan pedir ayuda. Otro de los problemas recurrentes son los ataques de pánico, muy común entre las mujeres que sufren este tipo de violencia. Es un aspecto que consideramos y que tratamos que no impida la atención a tiempo, por eso le pedimos a la gente, al entorno de las victimas que no se callen, y que también pueden denunciar».
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