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Addio Cavaliere | lapalabradeberazategui.com.ar

Patricio DellaGiovanna Gaíta

Silvio Berlusconi murió y con él la vieja guardia italiana, heredera del boom económico europeo, que fue precursora del Consenso de Washington. Pero la realidad es que Il Cavaliere, como era llamado, no fue un primer ministro más, en la extensa lista de figuras políticas que encabezaron al Ejecutivo italiano. 

Su salida al campo de la política, con el emblemático partido Forza Italia, coincidió con la implosión del sistema tradicional de partidos de Italia, dando como resultado una atomización multipartidaria que sólo la Democracia Cristiana había sido capaz de ordenar, en el caos que representaba el panorama político italiano en el segundo posguerra. 

Una democracia cristiana desgastada, plagada de acusaciones de corrupción que la vincularon con la mafia y el crimen organizado.

En la década del ’90, Berlusconi era un empresario exitoso de los medios y del fútbol. Histórico dirigente y propietario del Milan, así como de la cadena de multimedios Mediaset, que alcanzaba a Europa y América Latina, este hombre de los negocios, desembarcó en el escenario de la centro derecha causando un sismo político sin precedentes. Belusconi representaba el ideal aspiracional del italiano medio: ser rico, exitoso y seductor.

A nivel internacional, su capacidad de diálogo, acompañado de un carisma único y de contactos en los grandes centros financieros del mundo, permitieron a Berlusconi poner a Italia entre las grandes naciones del mundo en los momentos clave de las últimas tres décadas. 

La Guerra del Golfo y el Conflicto de los Balcanes, la invasión a Afganistán e Iraq, su apoyo indiscutido a Israel, el ingreso al G20, y la relación privilegiada con los Estados Unidos de ambas administraciones Bush y Clinton.

Vilipendiado por muchos, dada la cercanía con Vladimir Putin y otros dictadores del África, como Gadafi, Berlusconi comprendió que las posibilidades económicas de la industria italiana en plena globalización de los ’90 dependían de la capacidad que tuviera de articular asociaciones estratégicas que pusieran los intereses nacionales y la razón de Estado por sobre las preferencias ideológicas. 

Una visión realista de las relaciones internacionales, muy propia de un hombre de negocios. Lo cual no le impidió condenar la violación a los derechos humanos en regímenes totalitarios de Medio Oriente, África o Asia. Manteniendo un férreo compromiso con la defensa de la democracia, el europeísmo y el multilateralismo diplomático.

Su legado político deja también una pléyade de sinsabores mediáticos: los escándalos sexuales de las escorts, su relación carnal con personajes vinculados a la mafia, así como la inhabilidad de lograr promover el desarrollo de la Italia Meridional, que no pudo subirse al tren del progreso prometido cuando ingresó a la Eurozona. 

Así como también, la falta de cabida para formar cuadros políticos que lo sucedieran en su partido, y trascendieran a una figura que tanta sombra proyectaba sobre el resto de los integrantes del arco político de la centro derecha italiana. 

Diputado, senador, Presidente del Consejo de Ministros, eurodiputado, Presidente del Consejo Europeo, entre otros, este miércoles Italia despide a un estadista

El último de esa generación de animales políticos sucesora de la dolce vita, que supo resguardar a Italia del comunismo amenazante de las brigadas rojas, introduciéndola audazmente en el concierto de las naciones que encabezaron el liderazgo atlántico de los últimos 70 años.

El autor es graduado de la Universitá di Bologna y miembro de la Societá Italiana di Storia Internazionale (SiSi)

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