Primero Miguel Bru, el joven estudiante de periodismo que fue visto por última vez en 1993 en la Comisaría Novena de La Plata y cuyo cuerpo jamás fue encontrado. Trece años después desaparecía Jorge Julio López, el albañil que había declarado como testigo en el juicio al ex policía y represor Miguel Echecolatz. Hasta el día de hoy, los dos casos siguen sin esclarecerse. Mucho se dijo, se investigó y se rastrilló. No hay cuerpo, no hay culpables. Hay un Estado que no pudo dar respuestas a una sociedad que no logra reconciliarse con las fuerzas de seguridad.

Necesitamos de buenos policías para que nos cuiden. Como comunidad, la presencia policial debería darnos tranquilidad. Pero siguen ocurriendo hechos que empañan el buen desempeño de miles de policías que se levantan cada día para dar lo mejor de sí mismos en las calles. La política, cada tanto, trae como respuesta la marketinera “purga policial” y separa algunos efectivos cuando los encuentra implicados en delitos. Algunos leves y otros muy graves, como el asesinato del fotógrafo José Luis Cabezas, por citar un hecho que todos recordamos. Pero sigue formando policías dentro de la misma institución, con algunas mejoras en los contenidos, que no llegan a provocar el cambio profundo que la organización necesita.

Hace tres meses que desapareció Facundo Astudillo Castro, un joven de 22 años cuyo paradero se perdió entre Pedro Luro y Bahía Blanca. Facundo fue interceptado dos veces por la policía, que lo detuvo por violar el aislamiento social obligatorio y que, según testimonios de los efectivos, lo dejaron seguir su camino. La familia sostiene que en la desaparición está involucrada la bonaerense. El fiscal que investiga la causa -en la Justicia Federal- cree que, hasta ahora, no hay indicios ni pruebas para acusar a los efectivos. Y en estos días, la aparición de un cuerpo que está siendo analizado, podría esclarecer el caso, si es que se trata del cuerpo de Facundo.

¿Por qué es tan importante saber qué le ocurrió a Facundo Astudillo Castro? No sólo porque su familia merece saberlo. Sino porque otra desaparición no puede quedar impune.

Mientras tanto, gran parte de la sociedad y de los medios de comunicación emiten juicios que parecen certezas y que, por el momento, no están fundamentados en la prueba. Por las dudas, sospechan de las fuerzas de seguridad. A ello le podemos sumar la utilización política del caso, que como la muerte de Santiago Maldonado, será asesinato de las fuerzas de seguridad o un accidente, dependiendo de qué lado de la grieta se lo mire.

La democracia está en deuda con los argentinos en lo que hace a instituciones como las policías provinciales, instituciones necesarias y fundamentales para la vida en sociedad. Organizaciones que merecen ser reformadas en serio, para que las nuevas generaciones de policías lleven con orgullo la gran responsabilidad que se les ha encomendado. Y a las que todos los ciudadanos miremos con respeto y con la confianza que necesitamos depositar en ellas.

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