Entre los hechos que inquietan a los lugareños se encuentra  la toma indiscriminada de tierras por desconocidos que luego las lotean y las comercializan a un precio mucho menor de su valor real y en cuotas. Asimismo, denuncian que utilizan «el soborno» para callar a aquellos lugareños que quieren dar luz a ese accionar y «la prepotencia» o «la fuerza física para amilanar a otros que no conciben estas ocupaciones ilegales» .

Algo así sucedió con dos hectáreas ubicadas en la calle 624 y 627, donde «de la noche a la  mañana», según cuentan los frentistas, apareció un grupo de personas que delimitó el lugar «con una cinta» y ofreció terrenos de dimensiones «gigantescas».

Hace un año, los frentistas de 624 divisaron a un grupo de personas con vehículos cero kilómetro que se apersonó en el amplio predio que ellos mismos cuidaban para evitar que se hagan matorrales. Sin embargo, nada impidió que poco a poco la zona fuese ocupada, pese a que muchos se opusieron.

Hoy, con muchas viviendas bien construidas, de amplias dimensiones, no se divisan ni medidores de luz, ni mínimos servicios. «Todos vinieron y construyeron grandes casas. Son terrenos de 20 por 40 o que pasan de lado a lado de la calle. Incluso algunos fueron entregados a menor valor a vecinos del lugar que pusieron el grito en el cielo, para que cerraran la boca. Lo que más duele es la impunidad con la se manejan. A otros frentistas los compraron y cosas por el estilo, que no van con nuestra forma de vivir», señaló una mujer que hace muchos años que vive a pocos metros del lugar.

En esa situación, muchos de los pobladores comenzaron a hacer averiguaciones sin llegar a determinar quién está detrás de estos actos; lo que sí llama la atención esque ninguna autoridad se halla presentado para intervenir o buscar responsables.

Quienes se hacían poseedores de las tierras recibían a cambio un plano catastral de dudosa procedencia, hecho a mano, y un boleto de compra-venta de una inmobiliaria «fantasma» de Quilmes.

Cabe señalar que los lotes, dependiendo de la medida, se vendieron a  un valor irrisorio. Se pagó alrededor de un millón y  medio por un lote de 400  metros cuadrados cuando en  cualquier loteo «oficial» de la zona no bajan de los 40 mil dólares actualmente.

«La verdad es increíble -opinó otra mujer- porque llegaron, se asentaron y viven tranquilamente, están enganchados de la luz, lo que produce baja tensión en las casas aledañas, y usan todos los servicios que algunos vecinos alguna vez colocamos por nuestra cuenta, porque en El Pato estamos olvidados. Es una usurpación encubierta, amparada seguramente por políticos de turno y puesta en práctica por matones». La mayoría vive con miedo, trata de no salir al cruce y se cuidan más que nunca.

«Vienen con otras costumbres, desde que esta gente llegó se escuchan tiros todas las noches, ya no estamos tranquilos, nos invadieron de todas formas», señala un hombre que hace muchos años llegó al lugar y hoy solo por falta de recursos se rehúsa a dejar su propiedad.

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