La firma, cuyo nacimiento fue netamente familiar, fue una de las primeras en radicarse en el Parque Industrial Plátanos. Justamente él junto a Daniel Rosato y un reducido grupo de industriales fueron quienes más contribuyeron para lograr cumplir el sueño de la planta industrial local. Fue parte de la Comisión Mixta que dio el puntapié inicial del emprendimiento, integrada por Rosato, Canton y el contador Edgardo Cilona.
Canton nació en la misma casa que habitó hasta su partida física, en 142 y 19. De madre española y padre italiano, se formó con la cultura del trabajo y el esfuerzo. Casado con Olga Verón, con quien llevaba 54 años de matrimonio, tuvieron dos hijos, Karina y Marcelo. «Papá siempre insistió en que seamos profesionales. Nos acompañó y nos incentivó a trabajar para lograrlo. Soy farmacéutica y mi hermano es médico», contó su hija, que recordó también anécdotas de otros tiempos que describen a su padre de cuerpo entero.
La troqueladora comenzó en un galpón de la casa, en el tiempo libre o el que le permitía su trabajo de camionero en Cervecería Quilmes. Allí todos colaboraban, desde los hijos hasta Olga. Comenzaron con una pequeña troqueladora hasta ir adquiriendo nuevas maquinarias para crecer. Su cliente más importante siempre fue Zucamor.
Con el tiempo Jorge consideró que era tiempo de ampliar más de lo que era posible en su casa y se mudaron un tinglado en 21 y 123, donde continuaron creciendo. Y cuando ese lugar les quedó chico se agruparon con otros industriales de la zona para comenzar a hacer realidad un sueño: poder tener un parque industrial. Así fue como comenzaron a trabajar con las autoriaddes locales para conseguir un espacio propicio y Sniafa poseía muchas de las cualidades necesarias: una infraestructura sólida que podía utilizarse, mucho espacio y una ubicación aceptable.
«Me acuerdo que íbamos todos a cortar el pasto, a mejorar el lugar. El día de la inauguración vino Néstor Kirchner y todos estábamos sumamente contentos. No era por una cuestión política, sino que era algo que nos provocaba mucho orgullo. Papá quiso aprovechar el lugar e hizo una huerta, donde había muchos árboles frutales, tomates, lechuga. Me acuerdo que él quería que sus nietos pudieran experimentar lo que era sacar un fruto de la planta tal como él lo había vivido en su infancia. Todo el que venía se llevaba un limón, higos. se lo repartían entre los empleados. Siempre fue muy generoso. Además estaba la oveja que comía el pasto», recordó Karina. Quién puede olvidarse de la oveja a la entrada del complejo industrial, como una manera de ensamblar industria, campo y ciudad.
Jorge fue amigo de sus empleados e incluso padrino de alguno de sus hijos, gran parte de ellos tienen muchos años trabajando en la empresa. «Papá no titubeaba si había que ayudar a alguno porque se le había quemado la heladera. E incluso una vez le compró chapas a un hombre a quien un temporal le había barrido las chapas de su casa».
Karina también hizo mención a los almuerzos familiares en el parque, los domingos, junto a la familia Messina. «Solíamos juntarnos y pasar el día. A papá le encantaba estar en el lugar, Incluso fue él quien más insistió para que Messina se radicara en el parque. Eran muy amigos».
Troqueladora hoy es una pujante firma, que como todas las industrias nacionales sufren el vaivén de la economía. Pero que, sin embargo, se mantuvo en el tiempo gracias a la maestría de este hombre que supo pensar en un futuro próspero. Con mucho esfuerzo y grandes aciertos.
Fue integrante histórico de la comisión directiva de la Unión Industrial de Berazategui y ocupó varios cargos, entre ellos vocal y revisor de cuentas. También fue vocal de la comisión del Parque Industrial Plátanos.
Hace tiempo una enfermedad impiadosa le advirtió que tenía que bajar los decibeles y, sin bajar los brazos, decidió darle una dura batalla. Sin embargo, en los últimos meses su estado general se complicó y finalmente falleció el 27 de abril pasado. Apenas se conoció la noticia las redes se llenaron de mensajes y recuerdos de este hombre que supo dejar su huella.
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