«Causa mucha indignación que la gente no tome conciencia y que se ponga a jugar al fútbol sin tomar ningún tipo de recaudos. Cómo puede ser que no se den cuenta de lo mal que están haciendo. No les importa, sin duda,  la vida propia ni la de los demás. Lo peor es que no solo hay jóvenes y chicos, hay gente mayor que acompaña y se queda de espectador», expresó Juana Silguero de Barrio Mosconi. El potrero ubicado en 163 entre 13 y 14 está todas las tardes ocupado y los fines de semana se hacen torneos espontáneos incluso, según denunciaron algunos frentistas. Esta misma situación se vive en Villa Mitre- en el Club 19 de Julio- en Los Manzanos, en Santo Tomás – cerca del barrio de los municipales-  y en el barrio Belgrano. Al menos hasta donde sabemos.

Desde el comienzo del aislamiento social se suspendieron oficialmente los campeonatos de fútbol. Al parecer durante los primeros meses la medida del gobierno fue respetada, sin embargo a fines de julio la situación se descontroló y no hubo marcha atrás. Al contrario, crecen todas las semanas los torneos de fútbol que extra oficialmente se organizan con presencia de vecinos que alientan a los equipos. Lo que para muchos, puede ser una conducta inofensiva, para otros es sumamente peligroso, teniendo en cuenta la cantidad de contagios que se conocen día tras día.

«Yo denuncié en muchas oportunidades, pero viene la policía, les pide que se retiren pero vuelven a las pocas horas, porque no hay castigo, y de esa forma ellos, todos inconscientes, hacen lo que quieren», sostuvo Mariela de Villa Mitre. El lugar elegido es 163 entre 29 y 30.

«Cómo puede ser que nadie tenga una pizca de inteligencia. Digo yo, para qué nos quedamos tanto tiempo guardados. Mi nene mira por la ventana cómo ellos juegan y me quiere matar. Pero yo tengo a mis papás conmigo y no podemos exponerlos», indicó Liliana.

Otro lugar elegido por los «futbolistas» es el campo de golf y la cancha de la ADB que se utiliza para las prácticas. Aprovechando que no hay vigilancia, se meten por el alambrado ya derrumbado y arman los «picaditos».

«El fútbol es un deporte que no puede evitar el contacto. Los cuerpos se rozan, se enciman, transpiran.  No vi un solo barbijo y, para colmo, cuando terminan, festejan con cerveza y hasta muchos la comparten del pico. No pueden hacer peor las cosas», denunció Sonia Prieto, que se quedó en el auto luego de llamar a la policía al 911. «Tardó una media hora y porque insistí. Sí logró dispersar al grupo, pero algunos le decían barbaridades a la policía. Una vez que el patrullero se fue, aprovecharon y se volvieron a juntar. Es increíble».

El día de la primavera fue un caos.  Las plazas y canchas barriales fueron el lugar elegido para «las clásicas juntadas».  Quizás en algunos grupos se desterró el mate, pero en otros sigue tan vigente como siempre. «El temor por el virus no logró cambiar costumbres. El problema es que estamos al borde del colapso», definió una de las vecinas consultadas del barrio Los Manzanos, quien pidió que se ponga vigilancia en las canchitas para evitar que entre vecinos se peleen. «Tengo una vecina que salió a gritarles, pero ellos no le dieron bolilla y es más, le faltaron el respeto. La sociedad no está preparada para ese tipo de diálogo. Si no los echas con balas de goma, te los tenés que bancar. Porque por las buenas, esperando que entren en razones, no va», definió Cristian.

Quizás el frío del invierno los detuvo un poco, pero el buen clima que se instaló en Buenos Aires hace que los amantes del fútbol ya no recuerden que estamos en lo peor de la pandemia. «Es comprensible, tal vez, porque hace mucho que estamos adentro. Pero tenés que ver que si no te mandan a trabajar, si no van al colegio, es por algo… para cuidarnos, y no es para que estemos de vacaciones como si nada pasara. ¿Es que no podremos volver nunca a vivir normalmente?», preguntó Francisca López.

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