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El pan dulce se transformó en un objeto de lujo | lapalabradeberazategui.com.ar

El Pan dulce navideño se volvió un objeto casi de lujo. El encarecimiento de los frutos secos y la fruta abrillantada son los responsables, según los panaderos de la zona, sumado al costo de la harina y el azúcar que este año «treparon por las nubes».

En las panaderías consultadas el pan dulce artesanal puede variar desde los 2000 pesos el kilo hasta los 4000 pesos o más, según excepciones y dependiendo de la cantidad de frutas que se le hayan anexado. Y el pan dulce en molde de medio kilo se encuentra  a partir de los 900 pesos. Todo esto, claro, relacionado a la fama de la panadería y la ubicación. En comercios de barrio se puede conseguir mejor precio, pero también -muchas veces- varía la calidad, aunque sigan siendo artesanales.

Ante estos registros, muchos se volcaron este año a los pan dulces industriales envasados, que cada vez dejan «mas que desear».

En los supermercados podemos encontrar algunas marcas poco conocidas a alrededor de 300 pesos, con frutas abrillantadas o chips de chocolates, todo muy, pero muy escaso. Este precio puede ascender a 1000, 1700 o hasta 2500 dependiendo de la marca. Obviamente que mejora bastante la calidad a medida que se encarecen.

Para muchos, el pan dulce fue lo que mas subió la canasta navideña de este año.

«Antes lo hacíamos en casa, pero todos los ingredientes aumentaron muchísimo. La mezcla de frutos para dos buenos pan dulces en una dietética o simbólica puede costar hasta 2500 pesos. Y hay que pensar en la manteca, el azúcar, todo. Esta vez creo que sale más barato comprar uno y compartirlo para sacarse el gusto», comentó Adela.

Según el dueño de un supermercado de la zona, «las ventas bajaron mucho en relación al año pasado. Quizás mucho antes de las fiestas, la gente se llevaba un pan dulce para tomar el mate de la tarde, pero esta vez lo piensan. Otros años comprábamos muchas cajas y a veces me quedaba corto, este año fui más medido para que no me queden», argumentó Adolfo de Villa España.

Algo similar sucede con el resto de los artículos como turrones, garrapiñadas o confites. «La gente ya no lleva en abundancia, sino que compra para pasar la noche de fiesta y listo», admitió el comerciante.

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