Un ser con infinita habilidad para los números y pura sabiduría para administrar. Tenía nada menos que 86 años y solo la pandemia detuvo su compromiso con el trabajo y la comunidad de Berazategui, que hoy lamenta profundamente su pérdida.

Nacido en Hudson, sus padres eran inmigrantes libaneses. «De chico-según recuerda su hija Silvia con mucha ternura-  fue canillita. Tenía solo 9 años cuando, con el objetivo de ayudar a sus padres, retiraba del ferrocarril los ejemplares para distribuirlos en el pueblo».

Ya egresado del colegio comercial, comenzó a trabajar en la municipalidad de Quilmes, y durante la intendencia de Rodolfo Spadaccini fue secretario de Hacienda, cumpliendo una labor que fue elogiada posteriormente. Casado con Octavia Pieroni, también de Hudson, el joven matrimonio se asentó en Berazategui.

Poco después, con ansias de crecer e independizarse, abrió, alrededor del 60, su propia gestoría, y allí trabajó junto a los martilleros Hernando Dellagiovanna y Juan Pantanetti. El estudio primero estaba ubicado sobre la calle 13 y luego se trasladó a la 147 entre 12 y 13, donde permanece hoy en día.

Allí acudió durante varias décadas hasta que fue reemplazado en parte por sus hijos Silvia y Alejandro, que continuaron con sus compromisos. Sin embargo, fiel a su estilo, no dejó de estar comprometido con el estudio familiar y siguió interesándose por lo que sucedía. «Nunca se fue, era muy hábil con los números y hasta último momento estuvo lúcido a pesar de su edad avanzada. Llevaba, por ejemplo, los porcentajes de contagios y fallecidos del COVID-19, tenía una inteligencia maravillosa», expresó su hija.

Manzur fue uno de los miembros de la Fundación ADB que adquirió los terrenos que hoy ocupa, en parte, el equipo naranja para sus entrenamientos. Además, fue integrante del Rotary Club de Berazategui desde sus inicios.

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