Marcelo Cáccamo es vecino de Berazategui y un reconocido peluquero que tiene su salón comercial en el centro de Berazategui. El profesional viajó a Australia el 9 de marzo pasado a visitar a Florencia, su hija que esta establecida en Brisbane- al norte de Sidney- desde hace un año. Él debía volver el 26 de marzo pero la empresa New Zeland le suspendió el vuelo por la pandemia y advirtieron que no volverían a volar antes de junio.
Consciente que iba a ser muy difícil la vuelta comenzó a hacer tratativas para ver cómo hacerlo e intentó comunicarse con el consulado y con la embajada argentina, cosa que le resultó imposible.
La buena noticia es que luego de muchas idas y vueltas logró regresar junto con su esposa gracias a un vuelo de Quantas, que vino al país a repatriar australianos. «Fue un poco de casualidad que encajamos en ese vuelo que venía para Argentina, pero el costo fue muy grande y ahora me quedo una deuda que me costará mucho pagar. El banco me financió la tarjeta a 12 meses pero con un interés altísimo, irreal, el 42 por ciento anual y estoy enterrado. Es increíble como los bancos privados están explotando esta situación» advirtió. En total tuvo que pagar casi 5000 dólares para volver, y ahora tiene una deuda enorme que no sabe bien cómo va a afrontar, ya que tampoco nadie le dice cuando podrá comenzar a trabajar. «Desde que llegue mi única preocupación es esa, como voy a hacer para refinanciar esa deuda, porque aunque lo intente no hay a quien reclamar».
Marcelo había pagado 800 dólares por cada uno de los pasajes ida y vuelta dentro de una promoción, pero gastó 2500 dólares por pasaje para poder regresar.
«Buscando volver, también pague un vuelo de la empresa United que también se suspendió. El problema es que las empresas suspendieron la actividad pero nadie devolvió el dinero, lo hacen con un crédito, la posibilidad de poder volar cuando todo esto termine. El tema es que no se si voy a estar bien, si voy a querer viajar…es un montón de dinero que queda en la nada y la verdad es que la preocupación me quita el sueño».
Falta de controles
Más allá de lo económico, el coifeur que esta en su casa, cumpliendo la cuarentena, manifestó un profundo malestar por la falta de controles cuando ingresó a Ezeiza. «Cuando salimos de Melbourne nos tomaron la temperatura, nos hicieron firmar una declaración jurada y nos dieron un papel sanitario que debíamos entregar cuando llegábamos al aeropuerto argentino, pero nunca nos pidieron ese comprobante, solo nos preguntaron si habíamos tenido síntomas y nos mandaron a casa, sin ningún tipo de indicación. En ese vuelo éramos 110 personas que nos esparcimos en todo el país, y nadie sabe si ingresamos sanos o no. En lo que a nosotros respecta nunca nos llamaron para saber cómo estábamos» precisó Marcelo. «La verdad es que todos queríamos volver a casa, después de todo lo que pasamos para volver, y yo estuve en casa de amigos pero había gente que la pasó mucho peor y tenía un promedio de 70 días fuera del país, o sea que si alguno tuvo síntomas creo que muy pocos los iban a declarar».
Durante el vuelo, todos respetaron la distancia al igual que en el aeropuerto. «En las sillas había carteles que solicitaban distancia entre los pasajeros. Había que dejar sillas vacías entre familia y familia. Son muy ordenados y respetuosos de las reglas. Ellos aprendieron a educar con cartelería, informando. Hay muchos indicativos que la gente toma en cuenta. Al igual que en las calles de Australia, en los supermercados la gente respeta siempre la distancia; también en los parques y en las calles. Hasta que regrese iba a caminar y andar en bicicleta todos los días. La vida allá es muy diferente. Si, evitan las concentraciones y mantienen el distanciamiento. Pero más allá de eso, la vida es normal».
El berazateguense también advirtió que hay muchos argentinos varados en Australia imposibilitados de poder volver. «Son unas 300 personas que están esperando ser repatriados, pero no consiguen cómo, no todos tienen la posibilidad que tuvimos nosotros de contar con el dinero para pagar el vuelo, porque es caro y porque algunos estaban trabajando allá, y perdieron el empleo, hay una crisis profunda en todos lados. El que estaba en blanco puede hacerle frente a esta situación porque el gobierno lo asiste por seis meses, con un seguro, pero hay mucha incertidumbre».
«Es un problema mundial- reconoció- pero desde que llegue estoy muy angustiado, porque siento que se están haciendo muchas cosas mal- y opinó- : debemos comenzar a pensar no tanto en la cuarentena, sino en cómo cuidarnos fuera de ella. En mi caso, cuando pueda volver a abrir el salón, sé lo que tengo que hacer, lo mismo que hacían los peluqueros en Australia. Se atiende con turno, y con un solo cliente a la vez. Cuando se va hay que limpiar todo muy bien antes de recibir al próximo, desinfectar, además de respetar todas las condiciones de protocolo. tomar los recaudos necesarios y con un tiempo máximo de 20 minutos para cada corte».
Cáccamo contó por ejemplo que en Australia, «la construcción nunca se paralizó. Allá los albañiles siguen en sus lugares de trabajo cumpliendo con todas las condiciones de seguridad y la economía no se paró tanto como en nuestro país».
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