Un estudio del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, reveló que el 57 por ciento de los hogares del AMBA vio reducidos sus ingresos a la mitad o más en esta cuarentena. Y que es mayor el impacto en el conurbano que en la Ciudad de Buenos Aires.
Sin hacer una defensa de la apertura indiscriminada de la economía en una coyuntura inédita para la que hasta ahora la única solución epidemiológica es el aislamiento social, resulta fundamental que la dirigencia política y quienes hoy tienen la responsabilidad de gobernar atiendan a los argentinos afectados por el parate económico.
Esta semana comenzamos a ver el anunciado aumento exponencial de casos en el área metropolitana. A escalar la ya famosa curva de contagios de la Covid-19 en Argentina. Llevamos dos meses de aislamiento social obligatorio y tenemos menos muertos que nuestros vecinos Chile y Brasil. Pero también tenemos más familias sin ingreso o con menos ingreso en este tiempo. Y un Estado que se esfuerza – o eso parece- por llegar pero no llega a todos.
La falta de acceso al consumo básico tiene una mayor incidencia en el conurbano bonaerense, en hogares con niños y aquellos pertenecientes a la clase trabajadora marginal y al estrato muy bajo, entre otras variables de desigualdad social.
El mayor impacto fue en el trabajo. Los trabajadores del conurbano presentan una situación más adversa que los de CABA: el 9,8 por ciento perdió el empleo o se quedó sin trabajo y el 41,6 por ciento está suspendido o debió dejar de trabajar, en comparación con el 3,3 por ciento y el 32 por ciento, respectivo de los trabajadores de la Ciudad.
También perdieron más ingreso. Y en casi el 40 por ciento de las familias los recursos monetarios recibidos durante la cuarentena no les alcanzaron para cubrir sus gastos básicos. También hubo familias que pudieron ahorrar, sólo el 11,4 por ciento.
¿Quiénes son hasta ahora los más afectados? Los que ya eran pobres en 2019. Y los socios, patrones o empleadores (comerciantes y empresarios), los trabajadores que tenían trabajos temporarios o changas y los trabajadores por cuenta propia no profesionales. Los empleados en casas de familias, los trabajadores por cuenta propia no profesionales también resultan afectados significativamente.
Estamos todos juntos en este problema. Eso no hace menos acuciante para quienes hoy se quedan en sus casas para cuidar su salud, el hecho de no percibir ingresos o percibir menos por no poder trabajar. El Estado debe arbitrar los medios para asistir a esas familias y generar las condiciones para que se puedan preservar la mayor cantidad de puestos de trabajo posibles. El Presidente repite en sus alocuciones que hay un Estado presente. Si es así, debe estarlo aún más, porque la realidad de muchas familias nos muestra otra cosa.
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