Con la participación de especialistas en alimentación, políticas públicas, economía y agricultura, y autoridades de organizaciones sociales, la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN) llevó adelante el Primer Encuentro “El hambre como deuda social en Argentina”, donde expertos debatieron acerca de las propuestas actuales para luchar contra el flagelo de la desnutrición y malnutrición en nuestro país.
Encabezada por la presidenta de la SAN, Mónica Katz, médica especialista en nutrición, la jornada contó con la participación del economista y exministro de Educación Juan José Llach; el director del Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación (CEPEA), Sergio Britos; el investigador y doctor en economía Daniel Maceira; la coordinadora del área de nutrición de la Dirección Nacional de Maternidad, Infancia y Adolescencia, Guadalupe Mangialavori; la presidenta de la Red Argentina de Bancos de Alimentos, Liliana Cagnoli; y el presidente de la fundación “5 al Día”, Mariano Winograd.
“Nos pareció urgente armar esta mesa. Es un tema relevante en la agenda argentina y la Sociedad Argentina de Nutrición no podía quedar al margen de hablar de los temas que nos importan a todos”, resaltó la presidenta de la SAN, Mónica Katz. Y agregó: “El hambre en la Argentina no es el que vemos, para bien o para mal, en países de África o el Caribe, como Haití. Esto no quiere decir que sea menos grave. Para nada. Pero, es otro rostro del hambre”.
En ese sentido, Katz explicó que “cuando abordamos el hambre, tenemos que pensar en seguridad alimentaria” y que ésta, a su vez, consta de cuatro componentes: disponibilidad de alimentos, acceso a los mismos, su uso y la estabilidad en el tiempo. En relación a ello se pregunta: “¿Tienen los argentinos acceso a alimentos de calidad?”. Y continuó: “Aun teniendo disponibilidad y acceso, nos preocupan todas las otras políticas públicas que se puedan poner en marcha para cambiar la representación cultural de lo saludable que no es considerado como sabroso. La representación cultural y social de lo rico es en general lo menos saludable”.
En tanto, Sergio Britos indicó que “el problema que nos ocupa hoy es la inseguridad alimentaria o hambre y es un problema de accesibilidad y de disponibilidad”. Sobre ello, sostuvo que “si la población argentina quisiese consumir la cantidad de frutas, hortalizas o lácteos necesaria en función de una alimentación saludable, obviamente no la tenemos”. Y agregó: “Los alimentos de mejor calidad nutricional en el último año han tenido una evolución en sus precios del 57% y los de menor calidad, del 42%. Esto obviamente explica hacia dónde están dirigidas las elecciones alimentarias de las personas y podría estar indicando un proceso de pauperización de la dieta”.
Siguiendo esa línea, Guadalupe Mangialavori realizó una presentación sobre la última Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNYS), y reveló que cuando se consultó con qué frecuencia se consumen determinados tipos de alimentos, en general, “para lo que son los alimentos recomendados, los quintiles más bajos son los que tienen peor ingesta de estos alimentos”. Y agregó: “En cuanto a los alimentos no recomendados, la relación se invierte y los quintiles más bajos son los que tienen mayor ingesta de estos alimentos.”
A su turno, el economista Daniel Maceira subrayó que “la única política vinculada con salud que tiene claramente un efecto sobre el desarrollo económico son las políticas nutricionales”. Asimismo, indicó que en los últimos 25 años los dos países donde más cayó la tasa de mortalidad infantil son Brasil y Perú: “Cuando uno mira los sistemas de salud de estos dos países es difícil encontrar similitudes. Lo que disparó los grandes cambios en la tasa de mortalidad fueron cambios en el desarrollo de programas sociales especialmente en políticas nutricionales.”
En tanto, Juan Llach sostuvo que “la causa última, no la única, de los problemas alimentarios y de pobreza es que la Argentina no ha logrado en décadas un modelo más o menos estable de desarrollo inclusivo y sostenible en el tiempo”. Además, se refirió al plan Argentina contra el Hambre, la iniciativa del presidente electo Alberto Fernández: “La tarjeta alimentaria que va a hacer Daniel Arroyo está en EE.UU. desde hace 60 años. Esa tarjeta nació en una crisis y se desarrolló en el tiempo. ¿Por qué? Por considerar que la alimentación es un derecho y que, si alguien está en una situación donde por insuficiente ingreso o desempleo no puede alimentarse adecuadamente, el Estado lo tiene que ayudar. Yo creo que Argentina tendría que hacer eso y espero que lo hagamos.”
Sobre la emergencia alimentaria, Liliana Cagnoli de la Red Argentina de Bancos de Alimentos indicó: “Somos 16 bancos en 14 provincias de nuestro país y cada vez estamos trabajando más. Sabemos que se acrecentó la cantidad de gente. Nosotros hoy estamos trabajando a través de los 16 bancos con casi 3 mil instituciones asociadas que asisten a más de 380 mil personas. Hoy tenemos 400 organizaciones en lista de espera.”
Para finalizar, Mariano Winograd también opinó sobre el plan de emergencia alimentaria de Alberto Fernández: “El programa Argentina sin Hambre, visto desde el Mercado Central, nos hace un poco de ruido porque si en Argentina hay que promover el consumo de frutas y hortalizas, la palabra ‘hambre’, para la mayor parte de la gente, no va a estar asociada al bajo consumo de frutas y hortalizas. Yo no estoy viendo la gran innovación de este proyecto”. Y concluyó: “Si tenemos que encarar el tema del hambre, tenemos que resolver el tema de dónde se realiza la agricultura. Tenemos que aproximar la agricultura a la ciudad.”
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