Se recibió en 2006 y hoy, después de trabajar en el ámbito privado durante muchos años, tuvo la oportunidad de su vida y supo aprovecharla con mucho esfuerzo y dedicación. Gracias a una beca y mucha incertidumbre, la llamaron para trabajar en el Hospital Evita Pueblo. «Era por 3 meses con la posibilidad de seguir, pero no había nada confirmado. Yo trabajaba en el Sanatorio Trinidad con un buen sueldo, por eso muchos me decían que estaba loca. Pero me senté con mi marido y le dije que mi sueño era trabajar en la parte pública. Él me entendió y me acompañó. Aquí pasé por todas las áreas: pediatría, guardia, maternidad y hoy soy la supervisora del turno mañana». Una responsabilidad enorme que asume con mucha vocación y esmero todos los días. Pero sobre todo «lo hacemos gracias a un gran equipo que pudimos conformar. Eso lo terminamos de ver cuando tuvimos que armar todo el protocolo del COVID 19, donde debimos modificar nuestra forma de trabajo. Fueron muchos cambios que hubo que hacer en poco tiempo, pero que todos aceptamos porque sabemos la importancia de nuestra labor».

«Siempre me gustó lo social. No tenía idea de nada cuando empecé la carrera, pero quizás tenga que ver el hecho de que mis padres eran grandes y a mí me preocupaba su bienestar. Quería saber para atenderlos. Es la única explicación que le encuentro. Después, cuando empecé a caminar me di cuenta que me encantaba el lugar que tenía la enfermera en la salud, que no es solo poder tomar la presión o dar un medicamento, es el acompañamiento en los momentos más importantes de la vida de un ser humano. Pensábamos con mis compañeros que estamos en el comienzo y en el final de la vida de las personas. En los momentos más lindos y en los más duros, donde es necesario acompañar y estar atentos. Ahí es dónde uno más se da cuenta de la vocación que tiene «.

Mónica además explicó que «en muchas ocasiones uno es el nexo entre el paciente y su familia, y hay que contenerlos a todos. Hay situaciones muy difíciles…quizás la que más duele es estar con una mamá que perdió a un hijo. Es terrible…» subrayó la profesional a la vez que recordó una de las vivencias que más la marcó. «Trabajaba en la Trinidad, en el sector de oncología y una nena de 5 años había sido operada de un tumor cerebral y había quedado con secuelas. Fueron momentos terribles, pero un día el papá me esperó en la puerta y me dijo que entrara, que tenían algo que mostrarme…los primeros pasos de la nena. Fue una emoción increíble, que aún hoy me llena el alma y que quisieron compartirlo conmigo».

La enfermera contó que su profesión es «una de carreras que llena el alma y no el bolsillo», y dijo que «si alguien piensa en esto como salida laboral deberá reverlo, porque no cumple con muchas expectativas en lo económico; pero el verdadero pago es cuando vas por la calle y la gente te agradece por haber cuidado de ella o de algún familiar».

COVID 19

«Siempre digo que lo fundamental es trabajar en equipo y lo repito. La pandemia fue un golpe duro, no la esperábamos, pero tenemos que rescatar la forma en que todos se desenvuelven con buena predisposición. Además, la dirección nos escucha y tenemos muy buen diálogo, excelente. Se bajaron protocolos y estamos abiertos a cada una de las actualizaciones. Es como una guerra que debemos afrontar y lo peor es que nunca sabemos de dónde viene el tiro; en una situaciones así el miedo es normal, pero miramos para adelante. Tuvimos que adecuar sectores y ver los sentidos de circulación para que los pacientes que no tienen COVID, ni sean sospechosos no se crucen con el resto», apuntó Bustamente, quien no descarta su preocupación de que Argentina sea el país con más porcentaje de enfermos dentro del sistema sanitario. «Es un dato estresante, no podemos dejar de tenerlo en cuenta, pero hay que salir y enfrentar esa realidad con las herramientas que tenemos, los protocolos nos brindan tranquilidad».

Ella vive con su familia y sus padres octogenarios, por consiguiente, debe tomar todos los recaudos para evitar contagiarlos. «Dejo mi ropa de trabajo en el hospital y cuando llego tardo más o menos 40 minutos o una hora en sacarme la ropa, bañarme, limpiar zapatos o todo aquello que haya traído de la calle, como la cartera. Recién después de todo eso, saludo a mi familia; tuvimos que cambiar un montón de hábitos. Pero en definitiva son los mismos cuidados que debemos tener cuando salimos a comprar y traemos de afuera los alimentos».

Bustamente tiene 3 hijos, la menor, Delfina de 8 años, por ahora quiere seguir sus pasos y está orgullosa del trabajo de su mamá. Y los pacientes agradecidos. Ella, como muchos otros, hacen que los trances más difíciles se transformen en vivencias menos dolorosas.

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