La conclusión se desprende del último informe de la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (CICAD) y de la OEA (Organización de los Estados Americanos), que señala que en Argentina no decreció en los últimos años el consumo de alcohol y cocaína, y que está entre los países con mayor población que utiliza estas substancias.
Un 52% de los argentinos toma alcohol, el 1,6% ingiere cocaína y el 7,8% marihuana. En comparación con el resto de los países de América sugiere un dato nuevo: la ingesta de alcohol es proporcionalmente la más alta de la región. Y junto a los Estados Unidos tiene también un alto nivel de consumo de cocaína.
En los últimos quince años, nuestro país aumentó el uso de estas sustancias mientras que en el resto del continente la tendencia fue a la baja. Y la situación es peor e adolescentes y jóvenes que van a la escuela. El alcohol se concentra en el nivel secundario.
Si bien la población argentina es menor a la estadounidense, la proporción de consumidores es similar: el último año 1,9% de los norteamericanos inhalaron cocaína mientras que aquí el porcentaje fue de 1,6%, igual número que en Uruguay.
Además del efecto nocivo en la salud, el narcomenudeo también absorbe a los delincuentes comunes y con ello, crece la presencia de droga en las calles.
El uso de la marihuana también es alto y aumentó hacia 2017, trepando de del 3,2% en 2010 a 7,8% de la población y tanto en hombres como en mujeres. Durante la presentación del informe, se destacó una de las definiciones del documento: “la percepción del riesgo, ya sea para la salud de la persona o en general, se considera un factor importante en la decisión de consumir drogas. Los datos han demostrado que a medida que disminuye la percepción del riesgo, aumenta el uso. En la mayoría de los países donde el 20% o menos de los estudiantes de enseñanza secundaria percibieron el uso ocasional de cannabis como riesgoso, la prevalencia de consumo en el último año superó el 15%. Por lo tanto los países que observan una disminución en la percepción del riesgo a lo largo del tiempo deben estar alertas ante el posible aumento del consumo de cannabis en el futuro”.
El alcohol también mostró retrocesos importantes en los últimos 15 años y aunque desde el Sedronar prometen que eso se revierte en 2018, todavía no hay datos y es poco lo que se hace para lograrlo. Hablamos de más de la mitad de chicos de nivel secundario que consumen alcohol. En el resto de los países del continente no llegan al 40%. Y los norteamericanos no alcanzaron el 20%. ¿Qué estamos haciendo mal? No hablamos del tema en la escuela, con la importancia que merece. No se trabaja con los padres de esos chicos, que muchas veces permiten las “previas” en sus propias casas. No se controla efectivamente la venta de alcohol en bares y boliches bailables a menores de edad. Y sobre todo, no hay campañas de difusión sobre los efectos nocivos del alcohol en la salud.
Asimismo también la Academia Nacional de Medicina expresó su alarma ante los datos, ya que la ingesta de alcohol facilita el consumo de otras drogas, la violencia familiar y los accidentes de tránsito.
Como sociedad nos debemos no sólo un debate serio, sino un plan de acción real y urgente, desde las políticas de salud pública, la educación y la comunicación. La agenda política debe colocar este tema entre los problemas a resolver, tan importantes como la lucha contra el narcotráfico y la inseguridad en general.

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