En contextos de crisis económicas que se han sucedido en las últimas décadas en nuestro país, el «cirujeo», es decir, la práctica por la cual una persona sobrevive esencialmente de lo que extrae de las bolsas de residuos, ha aflorado de forma alarmante.
Es que esta manifestación del trabajo informal o estrategia de supervivencia puesta en marcha por sectores que van quedando fuera del mercado laboral es un indicador obvio de la pobreza creciente, aunque también del desempleo que comenzó a incrementarse a partir de la década del noventa.
Más allá de esos aspectos negativos, la práctica del cirujeo es vista también como un mecanismo por el cual se recupera informalmente buena parte de los residuos que se generan en el ámbito del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).
Es que impulsado por la rápida urbanización y el crecimiento poblacional, se estima que los desechos residuales crezcan en las próximas décadas. Por eso se vuelve imprescindible reutilizar y recolectar. Y se destaca que esto trae aparejado otras tareas como son la separación y clasificación de algunos materiales, la limpieza de otros, el preparado de los medios de trabajo, etc.
Estas labores son las que también pueden cumplir los «cirujas».
Igual vale aclarar que no todos los que recogen residuos lo hacen como un oficio permanente, sino que obviamente hay quienes lo realizan en forma coyuntural hasta que consigan un empleo mejor remunerado y en otras condiciones.
Está claro que es una actividad laboral estigmatizada pero legítima de personas que no se insertaron o quedaron fuera del mercado formal de trabajo.
Por supuesto, el casco céntrico de Berazategui no está exento de personas que deben ganarse la vida de esa manera.
A propósito, hablamos con Marcelo, uno de los cartoneros que trabaja en el centro. «Hace unos años me quedé sin laburo y esto me sirve para sobrevivir. No se gana mucho, pero alcanza para comer y subsistir. Junto botellas, papeles, bolsas de nylon, cartones y todo tipo de residuos. Por lo general, hago doble turno. De 4 a 8 de la mañana y de 4 de la tarde a 8 de la noche, pero si es demasiada la cantidad me quedo más tiempo. A veces me llevo dos bolsones bastante grandes que los traslado en el carrito. El depósito lo hago en el Barrio Belgrano y ahí se ve si se los puede reciclar. Igual no sólo yo realizo el depósito ahí sino también los demás muchachos que trabajan en el centro. Ellos laburan de manera independiente al igual que yo, aunque sé que vienen cooperativas también a juntar residuos, pero ellos se dedican más a los ecopuntos».
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