Así lo hicieron saber hasta los guardaparques a cargo del cuidado del lugar, quienes pusieron de manifiesto su preocupación ante la presente situación.

Los edificios públicos que están dentro del parque se encuentran abandonados a su suerte, sumamente deteriorados. Los baños están clausurados, al igual que la zona de parrillas y los juegos para niños, que hace tiempo no reciben atención por parte de las autoridades.

El año pasado se pensó en hacer un trabajo escalonado con cooperativas pero nada se sabe al respecto. En noviembre fue la misma Confederación Nacional de Cooperativas de Trabajo quien anunció que revertirían «tantos años de abandono y desidia».

«Comenzarán a prestar servicio 30 integrantes de tres cooperativas, pero está previsto alcanzar a los 300 trabajadores a principios del 2021. Vamos a intervenir sobre las 275 hectáreas que comprenden el casco del Parque, entre el ECAS y la rotonda de Alpargatas”, precisó Joaquin Fernández Sancha, titular de la CNCT. Hasta la fecha no se conocen los resultados de ese convenio.

Lo único cierto es que hoy el parque urbano está en riesgo de perder la categoría de biósfera asignada por la Unesco, mientras que  la basura y los animales muertos son postales habituales de un espacio que no está en la agenda de ningún gobierno.

Para quienes visitan el lugar, las imágenes son casi desgarradoras: cientos y cientos de kilos de basura son arrojados por día en el corazón del Parque, y  la quema de estos residuos y de altos pastizales,  quién sabe con qué intención, destruye gran parte del pulmón verde más grande de la región.

Los guardaparques y las organizaciones no gubernamentales intentan cambiar como pueden esta triste realidad. «Gracias a un grupo de personas que participan en la lucha para mantener el parque de pie, Pereyra puede respirar un poco, pero esto no alcanza. Se realizaron algunas campañas para limpiar la zona. En una oportunidad se retiraron casi 400 kilos de basura y encontramos todo lo que te puedas imaginar”, contó Fernando Pieroni, proteccionista organizador de una de las campañas.

«Hay que pensar que hay solo cuatro guardaparques para preservar el amplio predio , con mínimos elementos, hacen lo que pueden», sostuvo.

«Además de la basura que contamina todo, las quemas ilegales terminan en graves incendios forestales que matan la fauna y flora del lugar. Los animales autóctonos mueren quemados por el fuego, intoxicados con la basura que se arroja en el suelo, o por falta de alimentos. Estos animalitos fueron desapareciendo por la mano del hombre”, expresó.

«El parque es un pulmón verde enorme, con 200 especies de árboles que fueron introducidos por los antiguos estancieros, los  Pereyra Iraola, y que tienen un valor histórico muy valioso”, lamentó el proteccionista, que agregó: «debajo del parque pasa el acuífero, del que casi todos nosotros tomamos agua. Pero la contaminación de la basura sobre el suelo en algún momento va a llegar al agua”.

En tanto, en los últimos días el cuerpo de Delegados del Parque Provincial Pereyra Iraola y dependencias aledañas que dependen del Ministerio de Desarrollo Agrario decidió un «estado de alerta» y «asamblea permanente ante la falta de respuesta al pedido de audiencia al Ministro de Desarrollo Agrario de la Provincia de Buenos Aires, para poder expresar las demandas tanto de condiciones laborales inapropiadas, situación irregular administrativa del Parque y las consecuencias que terminan afectando a los trabajadores».

ECAS

A la vez que también es dudoso el estado de La Estación de Cría de Animales Silvestres (ECAS), que, como el parque, está  a cargo del ministerio de Desarrollo Agrario de la provincia, abierta desde 1971 y declarada por la UNESCO coma reserva de la Biósfera.  Este sitio alojó durante décadas a los animales secuestrados por tráfico ilegal. Allí se los revisaba y el objetivo era realizar la readaptación a su habitad natural.

Con el paso de los años, sin embargo, se convirtió en una especie de zoológico, donde se pagaba una entrada por ver a los animales «en libertad», salvo algunos que, por «decisión profesional», debían mantenerse en espacios cerrados.

El año pasado, sin la posibilidad de tener el flujo económico de las visitas, el lugar comenzó a mostrar un evidente abandono, con animales descuidados. Algunas versiones indicaron que hasta se hizo común la caza furtiva en el lugar o la muerte de algunas especies producto del ataque de perros hambrientos que circundaban el lugar.  Tras varias denuncias por irregularidades administrativas, ECAS fue allanada por la Policía Federal, pero hasta el momento poco se sabe sobre las condiciones en las que encontraron a los animales que aún estaban alojados en este sitio.

Accidentes

Como consecuencia de los incendios y los altos pastizales, el Camino Centenario  se convirtió en una trampa mortal para automovilistas y ciclistas. Ya hubo gran número de accidentes, ya que la vegetación obstruye toda la visual, los semáforos no funcionan y los retomes se convirtieron en grandes basurales. Eso significa una visión acotada para el que maneja, pero también es peligroso para el que cruza a pie. De noche es «una boca de lobo» y las luminarias están casi todas fuera de servicio.

Otro de los sectores comprometidos es el ingreso al Camino Evita, que permite llegar a la Escuela 19 y Agraria, y donde muchas veces los vecinos reducen la basura prendiéndola fuego.

Lo lógico es tratar de buscar a los responsables. Primero la gente que no piensa en el resto de la comunidad, y después los gobiernos que no tienen idea del mal que su inacción esta provocando para el futuro de todos.

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