«No hemos recibido ningún tipo de ayuda, por lo menos en Berazategui. En La Plata u otros distritos tengo entendido que sí, incluso se les han descontado los impuestos. Acá lo único que no tuvimos es la tasa de desinfección, que es de 1500 pesos, pero que al no estar trabajando tampoco era necesaria. Después corrimos con los mismos gastos de siempre, incluso la VTV la pagamos completa, un gasto muy honeroso que muchos de nosotros no estamos en condiciones de afrontar. Otros años con la habilitación se nos hacía un descuento, pero esta vez no fue así», explicó molesta Liliana, una mujer de 61 años que maneja una combi escolar desde hace dos décadas. «A mi edad es muy difícil insertarme en el mundo laboral…si apenas puede hacerlo la gente más joven. Entonces me puse a vender ropa de niños. No es por lo que lo gano, pero al menos tengo la mente entretenida, sino me vuelvo loca. Pero se de colegas que están limpiando casas, vendiendo zapatillas e incluso haciendo delivery de verduras. Estamos olvidados», reclamó.

«El pago de la VTV completa es una vergüenza -insistió-. Entiendo que lo hace una empresa privada, pero esperábamos que el gobierno pudiese haber intercedido al menos en eso. Hace un año y medio que no trabajamos…que no tenemos ninguna entrada», indicó la mujer que, como otras, recibieron la confianza de los padres para trasladar a sus hijos hacia el colegio durante todo el ciclo escolar. «Primero eran solo colectivos, la mayoría conducidos por hombres. Pero cuando aparecieron las combis los papás nos elegían porque al tener menos chicos también teníamos recorridos más cortos y llegaban más rápido a sus casas».

Tanto Liliana como otros transportistas cuestionaron el subsidio a las empresas de transporte público de pasajeros. «Nosotros no estamos trabajando pero tampoco nunca recibimos ninguna subvención; en cambio las empresas de transporte público sí lo hacen, tienen subvencionado el gasoil, que hoy es carísimo. Pero claro son firmas grandes con mucho poder».

A principios de año algunos transportistas fueron convocados para trasladar a algunos alumnos que tenían clases presenciales, pero al ser tan acotados eran viajes que no les convenía. «Teniendo en cuenta el alto costo del combustible, tenemos que tener cierta cantidad de chicos para que sea verdaderamente rentable», admitieron.

Reconocen que «el individualismo del sector» no les permite que se organicen para poder «hacer fuerza. Exigir todos juntos nuestros derechos, como sí  lo hicieron otros lugares donde se mancomunaron y fueron al frente».

A fuerza del destino la mayoría tuvo que reinventarse. Luis Landriel hace 42 años que trabaja en el rubro y además de hacerlo con alumnos de la Escuela N°5, La Merced, el Instituto  San Martín y el jardín 902, trasladaba a los chicos de la colonia municipal . «Pero se cortó todo. Fue terrible. Hice algunas changas de otras cosas para tener algunas entradas para ya soy grande. Estoy jubilado con la mínima y la verdad no podía ni siquiera mantener el garage de los colectivos, así que tuve que llevarlos al campo».

A diferencia de otros conductores, Luis tiene fé de que todo pueda cambiar. «Tengo esperanza que todo pase pronto, se que esto es mundial y va a costar mucho volver a la normalidad; pero se pudo hace 100 años, porqué no vamos a poder nosotros».

Luis cuenta del sacrificio que hizo toda su familia en todos estos años. «Fue muy duro. Todos nos esforzamos mucho, mi mujer, mis hijos. Dejamos de hacer cosas que queríamos para llegar hasta acá y poder relajarnos, que ya estamos grandes. Pero no, la verdad nunca pensé que nos iba a pasar esto, y lo peor es que no es culpa de nadie», señaló.  

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