Cada prenda es una obra de arte y suele llevar varios días de confección, es única, e irrepetible… es exclusiva.

Por ahora se vende por redes sociales o desde su página web y tienen un pequeño taller familiar en Villa España. Lo que comenzó siendo un pasatiempo o pensado solo para uso personal, terminó siendo una salida laboral que los sorprendió y obligó a profundizar, estudiar pero, sobre todo, a crear.

«A mi siempre me gusta coser y jugar con el batik, los colores, cambiar la ropa con tinturas. Lo hacía para mis amigos y para mi. Por su parte Yamil estudió dibujo. Cuando el año pasado comenzamos a diseñar ropa de este estilo que estaba muy cara en el exterior, nunca pensamos que podía ser un espacio para ganar dinero». Y de hecho el proyecto fue un boom y superó las expectativas.

Ana estudiaba psicología cuando se conocieron y Yamil programación. A ambos le gustaba la onda rockera pero no alcanzaban a comprarse esas prendas -todas hechas en el exterior- de precio abultado y envíos de más de 300 dólares. Cuando surgió la idea, Yamil  «tuneaba» zapatillas urbanas para que sus clientes pudieran darle un segundo uso, las personalizaba. «Un día Yamil se hizo un buzo que terminó encantando a amigos y compañeros,  entonces decidimos comenzar a juntar dinero para desarrollar nuestra empresa. Se vendieron cosas de valor que ya no se usaban y con el dinero de los IFE pudimos comprar la estampadora, las telas, y lo necesario para empezar». Al principio fue todo muy discreto, pero con la primer exhibición hubo cientos de consultas. Fue en septiembre del año pasado y en menos de un año ya tienen pedidos de todos lados, no solo de Berazategui y el resto del país. Les han hecho encargos de Canadá, Italia, Mexico, Perú.

«Lo que hacemos es ropa que no está dentro de los parámetros normales, podemos decirlo así, es disruptiva. Puede tener pinturas acrílicas, parches de diferentes texturas, diferentes colores de anilina. La idea es que no esté masificada. Todo es único. Hacemos unas cinco prendas, las subimos a la página y los interesados nos encargan algo similar, pero nunca igual. Todo es exclusivo», describió Ana.

«Somos los únicos en el país y lo bueno es que todos pueden acceder a lucir una prenda que usa un influencer o una banda de rock favorita. Si es más caro que otras prendas es porque su confección puede tardar entre 24 y 72 horas, dependiendo lo que lleve. También tienen bordados con hilos y otros recursos que las hacen irrepetibles».

Hasta el momento hacen talla S al XXL y próximamente incursionarán en el triple XL a pedido.

Para mejorar el resultado, que de por sí fue siempre muy bueno, tomaron cursos de costura y diseño. «Yamil es muy bueno pintando, es un artista. Y con lo que sé de costura nos complementamos bastante bien». En plena crisis, y atravesados por la pandemia, este dúo logró cumplir su sueño vinculado a la creatividad y ya está pensando en abrir un showroom para el futuro, con la idea de exhibir las prendas en vivo y en directo.

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