El año pasado ya advertimos sobre los problemas que estaban afrontando los clubes de barrio, que, al tener suspendidas sus actividades, veían restringidos sus ingresos. Luego volvió, en parte, la normalidad y finalmente este año, con la llegada de la nueva ola, tuvieron que cerrar nuevamente. Hoy, con el compromiso de respetar los protocolos vigentes, tienen la posibilidad de volver a abrir con muy pocos alumnos y pautas muy precisas.
«Estamos como todas las instituciones. El año pasado se nos acumuló una deuda de 135 mil pesos en servicios e hicimos una vaquita con la comisión para abonarlo, no nos quedó otra. Por suerte tuvimos el apoyo del intendente, que nos dio 35 mil pesos de subsidio y nosotros pusimos la diferencia, pero realmente estamos muy complicados. Teníamos el club cerrado completamente y eso es terrible», pronunció José Vaccaro Notte, del Club San Francisco, quien rescató que ahora al menos tienen la posibilidad «de volver a abrir la cancha de fútbol y el gimnasio con no más de 10 personas. De esa manera volvemos a estar en el ruedo, si no estábamos otra vez complicados. Claro que algunas actividades empezaron y otras no. Karate, por ejemplo, empezaba este mes. Antes con la cancha no dábamos abasto, ahora vienen muy pocos, ya que solo puede entrar esa cantidad».
Por su parte Hugo Manteiga, presidente del Club Vecinal La Unión, admitió que «la situación es sumamente difícil para la mayoría. El año pasado cuando cerramos teníamos algo de dinero ahorrado e incluso pudimos hacer un comedor comunitario para 300 personas. Los martes y jueves entregábamos la cena y los sábados una merienda con galletitas, facturas y leche. Todo esto con ayuda también de vecinos y comerciantes, por supuesto».
Además, para juntar fondos realizaban delivery de comidas, como locro o empanadas en las fiestas patrias, y pollo asado. «Así terminamos el año y estábamos al día, con mucho esfuerzo y dedicación. Cumplimos con el pago de los servicios y de los tres sueldos que tenemos en el club. Los gastos suman alrededor de 70 mil pesos todos los meses. Respecto a los profesores siguieron con las clases de zoom y quienes estaban al día con la cuota social que se pagaba con Mercado Pago tenían un descuento. Eso nos ayudó a todos. A ellos para poder seguir con algún ingreso y a nosotros porque los socios continuaron pagando».
Como todos, en noviembre tuvieron la oportunidad de volver a abrir con aforo y se recuperaron un poco. Pero este año, al cerrar por la pandemia no completamente repuestos, el problema fue peor», indicó el dirigente.
En el caso del Club La Unión dividieron el amplio gimnasio en dos, lo que les permite tener dos grupos distanciados trabajando en forma paralela, con clases de 50 minutos. Pero no es suficiente. «La estamos remando. Volvimos con las comidas en todas las fechas patrias, pero es un esfuerzo enorme, porque la gente está mal y no compra como antes, y por otro lado tenemos que buscar miembros de comisión con vehículo que entreguen los pedidos».
Manteiga puntualizó que «todo se ha transformado por el Covid. En el entretiempo tenemos que higienizar todo. Y tuvimos que decirle a los padres que no pueden quedarse charlando en la puerta como hacían antes, tienen que respetar siempre el aislamiento, lo que a veces nos cuesta. Tampoco tenemos las entradas de los alquileres que teníamos antes. Pero bueno, vamos para adelante y tratando de no bajar los brazos». Como ellos, muchos clubes tuvieron que iniciar juicios con las empresas de servicios que siguieron cobrando lo mismo que en tiempos de plena actividad, por no tomar los estados de los medidores. «Eso produjo que se cobraran facturas siderales sin tener consumo», explicaron.
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