En el barrio todos conocen como «el Viejo». Nos recibe con gran hospitalidad, y aún antes de llegar ya nos había avisado que iba a comprar facturas para el mate, «asique no faltes», advertía por teléfono.
Efectivamente, al llegar, el mate y las facturas ya estaban sobre la mesa. Y la charla comienza, claro, por lo más importante: la pasión por el fútbol. Es que Lavié se enamoró del fútbol a los 7 años, cuando agarró la pelota por primera vez y comenzó un romance que aún hoy parece no tener fin. «El fútbol es mi pasión, y hoy lo puedo disfrutar con mis nietos y bisnietos, poder jugar con ellos es algo impensado para muchos», dice y muestra las fotos con ellos, siempre con una pelota de por medio.
Durante la charla Lavié muestra sus más preciados tesoros: su primera camiseta de San Lorenzo, club del cual es hincha; fotos en blanco y negro de sus primeras experiencias y una imagen previa a un partido con el estadio de River Plate de fondo, cuando aún tenía forma de herradura.
Julio recuerda con orgullo sus cinco años en Independiente, donde fue suplente del «Loco» Raúl Bernao, quien luego llevaría a Independiente a conseguir la Copa Libertadores en 1964 y 1965. «Yo era un velocista, por eso no pude ni pisarle los talones a Bernao, porque él era un dribleador», recuerda.
Tras esa experiencia en el club de Avellaneda «Me pasaron a Quilmes, después a Argentinos Juniors y por último a JJ Urquiza, hasta que decidí volver a Berazategui y dejar mi carrera profesional para dedicarme a seguir mi carrera en los clubes de barrio y en los campos», cuenta mientras exhibe más fotos de su recorrido por esos equipos. Hoy se considera «el jugador más longevo del mundo», algo que destaca por sobre jugadores de otras partes del mundo.
Pero durante su vida Julio tuvo otros trabajos, claro, y ahí hace un paréntesis, uno de los pocos en los que no se habla de la pelota. Tuvo varios: «Mi papá me hacía estudiar y me apoyaba en todo, trabajé como papelero y hasta de carnicero. Después que se fueron los militares pude entrar en asuntos legales de la Municipalidad, donde empecé a trabajar e hice casi toda mi carrera, y donde trabajé por años», recuerda.
A «el viejo» (sobrenombre que nadie desconoce en el Club Cedi Los 15) lo siguen convocando para jugar todos los jueves. «Juego de igual a igual con todos, más allá de la diferencia física. Y estoy orgulloso de ser un ejemplo para toda la gente que le gusta el deporte. A mi me gusta vivir, yo quiero vivir», repite una y otra vez, y esa vitalidad se le nota no sólo en su aspecto físico sino en los recuerdos de su familia y amigos.
«Todos me dicen ´ojalá poder llegar a tu edad como vos´». Y es que Julio aparenta uno diez años menos, como mínimo. «Querer es poder… llegar a esta edad así, tener la oportunidad de mostrar la pasión por el fútbol a mi edad… es algo hermoso, es lo más lindo para mí», se emociona.
Lavié ceba los últimos mates y aprovecho para preguntarle cómo sigue su día. La respuesta no sorprende: «espero algún llamado, a ver si alguno me invita jugar un partidito», dice sonriendo.
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