«Elfi» pertenece a Al Anon, un grupo compuesto por amigos y familiares de alcohólicos  que se reúnen en la Parroquia Caacupé (calle 136 y 7) los lunes de 19 a 21 horas presencialmente, y los viernes en forma virtual por Whatts App, con el número 11 3932-3404;  y en la Parroquia Nuestra Señora de Luján de Villa España (24 y 148), los miércoles de 19 a 21 horas.

Por otro lado, Al Ateen, para jóvenes de entre 12 y 18 años que tienen que lidiar, dentro del círculo familiar con personas que sufren la misma adicción, funciona en la localidad quilmeña de San Francisco Solano; por eso miembros locales esperan que próximamente puedan abrir una sede en la ciudad, para estar más contenidos.

Todos los grupos funcionan separados de AA (Alcohólicos Anónimos) pero en forma paralela. La idea es que cada cual cuente su experiencia. «Para quienes padecemos esta vivencia de convivir o acompañar a un adicto, los grupos son una experiencia muy grata porque allí podemos compartir situaciones que nos pasan y nos duelen», contó Elfi, que por supuesto es un seudónimo, como todos los que usan los miembros de estos círculo para seguir siendo «anónimos».

En cada uno de los encuentros se cuentan las experiencias y se transmiten las novedades que surgen de otros grupos, una forma de autonutrirse para desenmarañar las complejas situaciones.

En Al Alanon no hay límite de edad y la posibilidad de sumarse está siempre abierta. «Aquí no hay obligación de permanencia o regularidad, solo hay que asistir y pedir ayuda. Tampoco hay cuota», mencionó Elfi, quien admitió que «tampoco se aceptan colaboraciones externas para no comprometer la independencia de los grupos». En tanto, en cada encuentro se pasa una canasta para que quienes quieran colaborar puedan hacerlo, con ese dinero se mantienen los lugares que se utilizan para las reuniones y se sostiene de alguna manera la red nacional para la impresión de las publicaciones que se distribuyen. También se utiliza para el sueldo de los empleados que trabajan en esta ONG y que son vitales para el sostenimiento de la misma.

Reuniones

«En las reuniones habla el que quiere, nadie está obligado a hacerlo», contó Elfi y agregó: «Pensemos que a veces llegar mal a un lugar donde no conoces a nadie, tan castigado, lastimado, porque por más que sea anónimo y confidencial, existe la desconfianza. Pero generalmente se van integrando con el tiempo».

Otra de las reglas es que allí nadie «manda», o sea, no tienen un régimen directo de autoridad, sino que todos «son iguales» y tienen «exactamente los mismos derechos». Una vez adentro, y con las sucesivas asistencias, concurrir a este lugar suele ser un mensaje al alma, una caricia al corazón, muchas veces  herido.

«Tenemos que encontrar nuestra propia recuperación, lograr estar mejor, conseguir un bienestar a pesar de estar pasando ciertas situaciones con los alcohólicos que tenemos en casa».

Pandemia

«Con la pandemia muchos grupos no funcionaron, estuvieron cerrados, o sea que tampoco se mantuvieron virtualmente y costó mucho volver a la presencialidad. Costó retomar, pero poco a poco lo vamos logrando».

Ellos también se rigen por los 12 Pasos, como AA. Tienen sus propios lemas, sus 12 Tradiciones que les permiten fortalecerse.

«Lo más importante es que si uno tiene un problema… lo planteamos, contarnos lo que sentimos y tratamos de esforzarnos para estar mejor. Esto es lo que queremos dentro del grupo y el único fin que perseguimos», planteó Elfi, que no baja los brazos, como tantos otros que convivieron durante años con esta cruda enfermedad.

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