En la Provincia de Buenos Aires, según un estudio del Observatorio nacional de drogas realizado en 159 escuelas secundarias en 2014, el 50,3% de los alumnos había consumido alcohol el último mes. En 2019, otro estudio realizado por la Defensoría del Pueblo bonaerense, indicó que 1 de cada 3 chicos de la Provincia bebe alcohol en exceso.
La ausencia de políticas públicas específicas para alertar a las familias y a los chicos sobre el riesgo de consumir una sustancia que es legal pero que intoxica el organismo, lleva años. El alcohol está relacionado además con la falta de atención -por ejemplo al conducir un vehículo- y la violencia hacia otras personas.
Los ámbitos donde los chicos consumen sin ninguna supervisión son barras de boliches, fiestas clandestinas y vía pública. Y la playa, un lugar en el que se supone no estaría permitido el consumo. En enero de 2015, por ejemplo, un operativo del Ministerio de Seguridad bonaerense secuestraba en conjunto con los municipios de Pinamar y Villa Gesell, 700 botellas de bebidas alcohólicas a adolescentes en la vía pública y además clausuraba 4 locales por vender alcohol a menores. En los últimos 4 años, estos operativos ¿dejaron de realizarse? ¿por qué? Necesitamos de la presencia y acción del Estado, con acciones como éstas, con campañas de concientización, en lugar de funcionarios que hablen públicamente cuando ya hay que lamentar víctimas.
En el marco del Operativo Sol, en aquel momento se inspeccionaban comercios para detectar venta ilegal. Incluso se realizaban reuniones con padres y chicos en la Costa para hablar de adicciones.
Mientras la titular del Sedronar Gabriela Torres reveló que el alcohol es la droga más consumida por los argentinos, el ministro de Seguridad provincial Sergio Berni habló sobre el crimen de Fernando Báez y señaló como uno de los principales motivos el “consumo de alcohol” entre los jóvenes: “el alcohol exacerbó la violencia”.
Pero ninguno habló de la ausencia del Estado nacional, provincial y municipal. No es un dato nuevo que esto ocurre. Pero se necesitaba un hecho con todos los ingredientes de noticia para que la sociedad toda preste atención. Y sin lugar a dudas que los asesinos sean chicos de clase media acomodada lo hace todavía más atractivo. No nos vayamos por la tangente discutiendo si un deporte genera violentos, no fueron rugbiers los que jugaron al botellazo en la playa y luego lo viralizaron. No criminalicemos la juventud tampoco. Donde hay chicos irresponsables, hay también adultos irresponsables: padres, empresarios de la noche y funcionarios del Estado. Lamentablemente a Fernando, que fue a tomar un helado a la salida del boliche, lo mató también esta irresponsabilidad conjunta.
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