Sonia se recibió de Ingeniería Aeronáutica (Hoy ingeniería aeroespacial) en septiembre de 2017. Fue docente, becaria y participó del proyecto SAOCOM 1A y 1B. Además, en Bariloche colaboró como personal de apoyo en los ensayos térmicos que se realizaron para los satélites. También estuvo en Inglaterra donde cursó su maestría y fue egresada con honores.

Botta hizo aportes en el desarrollo y lanzamiento del SAOCOM 1A y 1B donde hubo participación de las universidades nacionales, de sus investigadores y profesionales específicamente, como es el caso de la Universidad Nacional de La Plata. Estos satélites trabajan con un instrumento que se llama antena SAR, que significa “Radar de Apertura Sintética”, es una tecnología que permite mediciones en cualquier condición climática. Cómo producen su propia energía, pueden trabajar en cualquier momento. Está optimizado para medir la humedad del suelo, lo que significa esto es que nos puede dar mapas de humedad, que pueden usarse para Agricultura o para gestión de emergencias, por ejemplo, para identificar zonas que son propensas a inundaciones, lugares que son más vulnerables a incendios, también para Aludes o otros fenómenos naturales.

Ahora bien, para conocer más sobre ella es necesario tener en cuenta que hoy si se piensa en un satélite artificial, generalmente se lo imagina como un enorme aparato de material resistente y que pesa toneladas, pero  no todos son así: porque en la UNLP fabrican uno que tiene el tamaño de un pan lactal y que puede realizar observaciones atmosféricas y del suelo.

Botta trabaja en el USAT el primer «Satélite Universitario” de la UNLP.  En ese ámbito es donde esta trabajando ella, en un aparato que pesa alrededor de 4 kilos y sus medidas son 10 por 10 por 34 cm, «es similar al tamaño de un pan lactal”, dijo la ingeniera del Centro Tecnológico Aeroespacial (CTA) de la facultad, que esta a cargo de la coordinación del proyecto. Este pequeño satélite del tipo CubeSat tiene como objetivo demostrar el funcionamiento del sistema GNSS, herramienta destinada para su uso en navegación y determinación orbital, y para mediciones mediante la técnica de radio-ocultación.

La propia Botta explicó: «El GNSS es una forma genérica de llamar a todas las constelaciones satelitales que están destinadas al uso en navegación. Un ejemplo conocido popularmente es el GPS. Con nuestro receptor GNSS vamos a poder detectar señales de GPS que viajan a través de la atmósfera y de la tierra”.  Se busca probar su uso en navegación, pero una vez que se tenga el resultado, se probarán dos técnicas más: la radio ocultación y la reflectometría. Su función se relaciona con la demostración tecnológica de técnicas científicas para la observación de la Tierra. 

«Desde muy chica soñaba con construir cosas que fueran al espacio y a principios de 2004 leí en un ejemplar de la revista Genios que la sonda Cassini-Huygens había obtenido imágenes de Saturno. Fue mi momento Apolo. Ahí decidí que quería dedicarme a esto», cuenta la ingeniera aeronáutica

Nació en Ranelagh y ahora está viviendo su sueño. Hizo un master en ciencias en Reino Unido y obtuvo un 84% de puntaje, siendo el promedio más alto de su promoción. Además, su trabajo final fue calificado como «sobresaliente» por la tradicional casa de estudios. Su tesis consistió en investigar acerca de las trayectorias más óptimas para el reabastecimiento de combustible alrededor de la Luna.

«En la parte satelital Argentina está muy a la altura del resto del mundo», aseguró Sonia y cuenta su experiencia en Europa, donde pasó ocho meses en el Reino Unido, dos en Italia y dos en Francia, ya que la Universidad de Leicester, junto con el Politécnico di Torino y el ISAE-SUPAERO de Toulouse, que integran el proyecto internacional «Sistemas para la Exploración y Desarrollo del Espacio». El objetivo del programa es desarrollar ideas para el futuro de la exploración espacial.

La ingeniera compartió la experiencia junto a otros 17 estudiantes y el proyecto está auspiciado por la Agencia Espacial Europea en colaboración con la NASA que investiga sobre los nuevos desafíos que deben afrontar para enviar astronautas nuevamente a la Luna, a Marte y hacer vuelos más largos de los que se realizan con la Estación Espacial Internacional.

Para ingresar a la Universidad de Leicester, la ingeniera participó de una selección en la que tuvieron en cuenta su perfil como estudiante, el desempeño académico y cartas de recomendación. Además, obtuvo dos becas que le permitieron cubrir parte de los gastos. «Con ahorros y manejándome con presupuestos muy bajos me pude mantener y terminarlo», señaló.

En el Reino Unido los compañeros de Sonia eran más chicos porque en Inglaterra las licenciaturas tienen una duración de entre 3 y 4 años. «Si bien tenían conocimientos de la carrera, por ahí les faltaba comprensión de cómo funciona la industria o sobre la elaboración de un proyecto, habilidades que uno va adquiriendo con la experiencia. Ellos tienen la posibilidad de hacer un trabajo final o una práctica profesional supervisada en una empresa, similar a nosotros, pero son de 4 o 6 meses. Entonces que yo les contase que hablaba con la gente de CONAE por el proyecto SAOCOM y que tenía poder de decisión, siendo estudiante, era algo que los sorprendía», reconoció.

Para Sonia, la ventaja de los ingleses es que «ellos cuentan con muchos recursos y tienen mucha experiencia práctica en softwares que en Argentina son imposibles de adquirir, pero en la parte teórica, conceptual, creo que estamos un poquito más arriba. Eso te permite que, cuando te encontrás con los softwares que manejan no sea tan difícil ponerte al nivel».

La Universidad de Leicester destacó que la tesis de la ingeniera argentina fue la mejor de todos los años desde que se creó la maestría. «Durante la entrega de diplomas me dijeron que fue sobresaliente. Para mí fue un placer hacerla. La hice con mucha pasión», resaltó.

Satélites cada vez más chicos

Experimentada en la temática satelital, Sonia sostuvo que la nueva tendencia es la construcción de satélites cada vez más pequeños, de arquitectura segmentada. «Esto significa que, un satélite de grandes dimensiones como el SAOCOM, por ejemplo, se podría hacer con dos, tres o cuatro satélites más pequeños. Esto generaría una cuestión de menos riesgo, porque se puede perder un satélite, pero conservar el resto. Otra ventaja es que los ensayos son más económicos porque se necesitan equipamientos más chicos. Tiene beneficios por todos lados.

Como ella hay muchas mujeres con impronta vinculadas a la disciplina y al campo aeroespacial. «De la Facultad de Ingeniería, la profesora Ana Scarabino, que es subdirectora del CTA, es alguien a quien admiro muchísimo. De la NASA, a las ingenieras Jo Ann Morgan, que fue la única mujer en la sala de control de lanzamiento de la misión Apolo 11; y a Frances ‘Poppy’ Northcutt, primera en la sala de control de la misión Apolo 8. También a la astronauta italiana Samantha Cristoforetti, por su manera de encarar desafíos», rescató Botta. 

Los análisis y cálculos que realiza Sonia para sus investigaciones son hechos en computadora, sin embargo no descarta aceptar nuevos retos como ir al espacio, que no es su objetivo, pero dice que si se lo ofrecieran no lo rechazaría. «Ahora soy feliz armando cohetes», concluyó la ingeniera.

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