Con bonos contribución y comidas quincenales tratan de llegar al dinero necesario para el tinglado que tiene un valor de unos dos millones y medio de pesos.
Famosos del espectáculo y reconocidos jugadores de basquet se han sumado a esta campaña haciendo videos de apoyo a la causa que caló hondo en los medios nacionales; y muchos hasta han comparado la iniciativa con lo que mostró la película «Luna de Avellanada», cuando un grupo de vecinos se juega las últimas fichas para salvar a un club barrial. Sin embargo, en este caso las cosas son un poco diferentes. No tienen que salvarlo, sino ayudarlo a crecer.
La entidad nació hace dos décadas de la mano de un grupo de lugareños que pensaron en un espacio para desarrollar actividades deportivas. Ubicado en la calle 523 esquina 620, de amplias dimensiones, el predio tiene un complejo de baños y una oficina, también un sector dónde se guardan los materiales para trabajar en las distintas disciplinas.
Después de estar dos años paralizado, una nueva comisión comenzó a trabajar en pos de darle una nueva imagen. Dicho grupo trabaja hace 14 años con ese objetivo. Y, a pesar de la crisis económica, han logrado muchas cosas. En principio, diversificar las propuestas. Hoy, además de fútbol, dan clases de basquet para varias categorías – desde mosquito hasta una escuela de adultos de más de 50 años- hockey, softbol y funcional (entrenamiento).
Cristián, tesorero del club, y uno de los que más impulso le puso a la propuesta, explicó que «más de 120 familias vienen a practicar basquet. Teniendo en cuenta que el club más cerca lo tenemos en Gutiérrez o Barrio Marítimo, es una distancia considerable y además no todos tienen este deporte. Hay que pensar que es un largo tramo en colectivo. Por eso nos merecemos tener esta posibilidad”, argumentó y agregó: “con la pandemia vino mucha gente tratando de encontrar alternativas para entretenerse al aire libre. Por otro lado, también el basquet nos permite unir a la familia. Primero empezaron los chicos y después armamos grupos con los padres que, en pos de realizar alguna actividad física, se pusieron a jugar. Se hicieron equipos mixtos de mucho compañerismo. Esos mismos grupos están vendiendo los bonos».
Todos esos sueños necesitan tener un espacio cerrado. De a poco fueron armando la cancha, el piso, los acrílicos, los aros -donados por el country El Pato- pero hoy necesitan ese techo para que el mal tiempo no frene los entrenamientos. Tampoco el frio o el intenso calor.
Con cada bono se cubre una porción del techo, casi un metro cuadrado de chapa. Cada quince días se realizan comidas, como venta de pizzas o pollos asados. Y cada quince días un comercio del rubro gastronómico de la zona se suma a la cruzada y entrega lo recaudado en esa noche al club.
«Todos están poniendo un poco, no importa cuánto, todo suma. Un nene de 8 años trajo su alcancía con 200 pesos. Ese gesto nos conmovió a todos -rescató Cristian y añadió- ahora vamos a comenzar a hablar con comerciantes para hacerles publicidad en la cancha y con industriales que quieran apoyarnos. El proyecto tiene varias patas, porque el municipio también se comprometió a ayudarnos».
El tinglado, de 33 por 18 metros, se abonará en varias cuotas y antes de fin de año probablemente pueda ya estar colocado. Una vez que eso suceda podrán utilizarlo no solo para básquet, sino también para otras actividades. Tienen además una cancha de fútbol 7 y otra de hockey en el amplio predio que ocupa casi una manzana y media, y esta dividido en dos por el cause de un arroyo.
Las redes sociales dan cuenta de todo el trabajo que se está haciendo. En Instagram y Twuiter @elpatobasquet y Club elpatoCA Elpato en Facebook- Todos aquellos que quieran comunicarse para saber de qué otra manera ayudar pueden hacerlo al teléfono 116120–1495 o 11 5322–1874.
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