La compañía informó que el incremento incluye la suba del Impuesto a los Combustibles Líquidos (ICL) y el Impuesto al Dióxido de Carbono (IDC) del 7,7% que entró en vigencia a partir del viernes 15 de enero, según lo dispuesto por el Gobierno nacional.
Este es el segundo aumento del año en los surtidores, luego de la suba de 2,9% vigente desde el 5 de enero, aplicada por todas las compañías como consecuencia del traslado a los surtidores del incremento de los biocombustibles que fuera autorizado por el Gobierno. Más allá de esto, la empresa, de mayoría accionaria estatal, no informó qué porcentaje del aumento corresponde al componente impositivo y cuál a sus márgenes de rentabilidad por costos de producción, aunque se aclaró que existen cuatro componentes fundamentales que explican las subas: Impuestos Internos, biocombustibles, el dólar y el precio internacional de los mismos combustibles.
Cabe recordar que, desde agosto de 2020 (primer aumento luego del congelamiento de los anteriores nueve meses), el precio de los combustibles se incrementó un promedio superior al 25%, de acuerdo a la región del país, el tipo de producto y marca. Así, y tal como suele ocurrir en los últimos años, el aumento fue replicado por el resto de las compañías (Shell, Axion y Puma).
Poca previsibilidad
En diálogo con los estacioneros de Berazategui, los comentarios coinciden en que este tipo de aumentos o «micro incrementos» que se dan asiduamente y con poco tiempo de diferencia, no les permite tener previsibilidad a la hora de reponer el stock de combustibles. «Creo que es bueno que haya aumentos, porque los precios están muy atrasados y nos ayuda a mejorar las ganancias», asegura Javier Martino, propietario de una estación de servicio ubicada en la zona oeste que, sin embargo, aclara que «lo mejor sería que tuviéramos un aviso con cierta anticipación para poder tener mayor previsión de lo que se va a venir». En efecto, los últimos aumentos no han sido anunciados con anticipación y los clientes se encontraban con la noticia al momento de ir a los surtidores. Esa situación, subrayó Martino, «es buena porque no hay gente agolpada esperando a cargar combustible antes de que aumente, pero no es lo ideal para nosotros».
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