«Aprender» es un dispositivo de evaluación elaborado por el Ministerio de Educación de la Nación con el objetivo de relevar información sobre los logros alcanzados y los desafíos pendientes del sistema educativo del país. Las pruebas de este año se desarrollaron el primer día de diciembre con una evaluación estandarizada, característica resistida por muchos docentes, que indican la desventaja de realizar análisis comparativos en una sociedad plagada de desigualdades. «El resultado no debe ser un numero frío, sin tener en cuenta las condiciones psicosociales de cada región».
La prueba fue implementada en forma censal en el sexto grado de las 23.000 escuelas primarias de Argentina. Aproximadamente 770.000 estudiantes fueron evaluados en Lengua y Matemática. También se aplicaron cuestionarios complementarios a los estudiantes y a los equipos directivos con el objetivo de obtener información sobre las características de las condiciones de enseñanza y aprendizaje. Los resultados de la evaluación Aprender 2021 estarán disponibles a partir de junio de 2022.
Según autoridades del ministerio de Educación, se intentaron evaluar los efectos de la pandemia y los desafíos a futuro. «Luego de dos años de pandemia los procesos educativos no se mantuvieron, no se pudo enseñar pese al esfuerzo docente. Desde el punto de vista del rendimiento de los chicos no esperamos buenos resultados, pero eso no nos preocupa. Lo que nos preocupa es qué podemos hacer con los resultados que obtengamos”, indicaron desde el ministerio. “Esta es una prueba que -a diferencia de las otras nacionales como Unesco Prueba (países Latinoamericanos) y la Pisa (europea y latinoamericana), es la única de carácter censal: las otras son muestrales, no se toman en todas las escuelas”, añadieron.
Consultado por La Palabra, Eduardo Gómez, integrante de Suteba y docente jubilado, indicó que «los docentes no están en desacuerdo con las evaluaciones, porque en definitiva forman parte del proceso de aprendizaje. Cuando se inicia un proceso educativo necesitamos saber qué se enseñó y qué se aprendió. Es sustancial analizar cuáles son los resultados, es muy importante para conocer los errores y corregirlos».
«Lo que planteamos es que no es válida una evaluación con una mirada única, no se puede aplicar igual en todo el país, ni siquiera en una región, porque tenemos realidades diferentes. Los alumnos del Instituto Martín Güemes no viven la misma realidad que los que concurren a la escuela 48 de Bustillo, ni los que van al María Ward de Plátanos. Todos viven con características socioculturales distintas que en esta prueba Aprender no se toman en cuenta. De la misma forma no se puede comparar a un alumno que va a la escuela en un colegio de la provincia de Buenos Aires con el que vive en una zona rural. Una prueba estándar hecha por el Estado, quiere unificar el aprendizaje, pero las realidades son diferentes y se tendrían que definir en cada lugar, porque en cada escuela hay condiciones concretas», opinó el docente, quien destacó que ese es el primer punto de disenso.
«Por otro lado -añadió- venimos de casi dos años de pandemia, un golpe muy duro. Fue demasiado tiempo fuera de las aulas, sin educación presencial y donde muchos tuvieron falta de conectividad. A pesar del esfuerzo de los docentes hay situaciones que no se pudieron subsanar, y no se completó el proceso educativo. Evaluar en estas condiciones no es correcto».
Gómez determinó que «los alumnos tuvieron muchos motivos por los cuales dejaron de vincularse con la escuela» y por ende «los resultados de la evaluación mostrarán la desigualdad entre las escuelas públicas y privadas. Tememos que el resultado sea un nuevo golpe a la escuela pública, cuando en realidad lo que no se tiene en cuenta son las condiciones de aprendizaje que influyen en el proceso».
Antes de finalizar sostuvo que «debe tenerse en cuenta, sobre todo, el trabajo docente que intentó en todo momento mantener los vínculos con la comunidad, sea entregando bolsones de alimentos o tratando de buscar al que no se conectaba a las clases».
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