La nuestra es una cultura del favor, del atajo, de la ventaja. Mientras el mundo negocia cantidad de vacunas en función de su poder de compra, nosotros administramos pobreza y lo hacemos mal. Como país reservamos 3 mil vacunas para la clase política, cuando recibimos partidas de 400 y 500 mil, y necesitamos 47 millones. Es un delirio y es lo que ocurrió.

El Presidente Alberto Fernández reaccionó rápido para clausurar la crisis y dio certeza con la designación de la nueva Ministra de Salud que salió de su propio equipo y tiene perfil técnico. Pero no alcanzó, porque la lista de los privilegiados está a la vista en una sociedad que puso en la vacuna la esperanza, mas allá de la campaña de descrédito que montó la oposición sobre la Sputnik V.

Hasta ahora no se conocen miembros del gabinete de Axel Kicillof que hayan accedido al privilegio. Pero será cuestión de tiempo y es muy posible que ocurra.

Es de esperar que ahora el Estado sea equitativo y transparente en lo que nos queda por delante. El daño ya está hecho y no solo se lleva puesto a un ministro y parte de su equipo. La vacunación VIP desnuda en lo más profundo a una gran porción de nuestra clase política. Y abre un espacio enorme y allanado a quienes promueven la “anti política”, uno de los grandes peligros para el sistema democrático.

Le debemos, una vez más, al trabajo periodístico y a la prensa libre el poder conocer la verdad, por más dura que esta sea. Que el árbol no nos tape el bosque.

Etiquetas

Hacé tu comentario

Por si acaso, tu email no se mostrará ;)