La cantidad de personas que perciben una ayuda estatal se multiplicó por 10 en los últimos 19 años. Actualmente existen un total de 141 planes y programas sociales.

Las primeras asistencias sociales en el país llegaron con las Cajas PAN, durante el gobierno de Raúl Alfonsín. En 1986, 5,6 millones de personas recibían la ayuda alimentaria, casi el 17% de la población de ese momento. Luego, durante la crisis del 2002 bajo el mandato de Eduardo Duhalde, existía un sólo plan social: el Plan Jefas y Jefes de Hogar, que buscaba ayudar a 2 millones de familias en un momento donde la pobreza superaba el 50% de la población.

En los años de gestión de Néstor y Cristina Kirchner, así como de Mauricio Macri, continuaron creciendo. Hoy desde el gobierno de Alberto Fernández y sobre todo con la actual gestión de Juan Zabaleta al frente del Ministerio de Desarrollo Social, asoma la idea de reemplazar los planes por trabajo genuino, algo que según declara el ministro, ya está ocurriendo en algunas regiones del país con trabajos temporales. Así lo anunció el Presidente: los planes sociales serán compatibles con el trabajo rural registrado, con el objetivo de beneficiar a unos 250.000 trabajadores temporarios y sus familias.  

En una entrevista publicada este fin de semana Zabaleta, el funcionario reconoció que muchos beneficiarios no aceptan un empleo formal por miedo a perder el plan social. Y en ese sentido la solución que encontraron es que puedan trabajar en blanco y sostener el beneficio. Una buena idea para iniciar una transición, con el riesgo de adoptarse como nueva metodología permanente. 

Uno de estos programas es el Potenciar Trabajo, con un monto de 15.500 pesos. Otro es el denominado Argentina Hace, una iniciativa para generar 20.000 nuevos puestos de trabajo en todas las provincias del país, a través de un programa de infraestructura de ejecución rápida con mano de obra local. 

En un país con 45 % de pobres y una tasa de desocupación de 9,6%, 22 millones de personas reciben alguna ayuda del estado para sus necesidades básicas. Es vital para recuperar la cultura del trabajo y el esfuerzo convertir estos beneficios en empleo registrado. Contribuye al progreso y desarrollo personal, optimiza la calidad de la mano de obra y devuelve la dignidad al trabajador. Un camino necesario para el crecimiento.

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