Pero como todo en Argentina se puede meter dentro de la grieta, esto no fue la excepción. Las piedras fueron homenaje y también protesta ante el irreparable hecho de no haber evitado esas muertes desde la política sanitaria. Y del otro lado, el 17 de Octubre fue la excusa para que algunos inescrupulosos se animaran a vandalizar tamaña expresión de angustia, tristeza y bronca por lo que ya no se puede recuperar: la vida de un ser querido.
Pero ocurrió y da vergüenza ajena. Vandalizaron el memorial que recuerda a los muertos por COVID-19 y fue nada más y nada menos que durante la marcha del Día de la Lealtad. Un grupo ínfimo de manifestantes caminó sobre las piedras y rompió fotos de personas fallecidas.
La pandemia sacó lo mejor y lo peor de las personas. Como ocurre con todas las crisis, fuimos llevados a una situación límite en la que afloran los valores que tenemos y los que no tenemos también.
“Daleeeeee sacale todo”, arengaba un hombre mientras un señor canoso de pantalón gris, remera rayada y campera de jean removía con desprecio las fotos de los fallecidos.
Qué ideas son capaces de movilizar a una persona a concurrir a un acto que rememora un día histórico no sólo para el peronismo sino para la Argentina -aunque a muchos no les guste reconocerlo- y a la vez le permiten pisotear un símbolo de la memoria de pérdidas recientes, que nos dolieron a todos, justamente porque pudieron afectarnos a todos. Y el hecho de que los fallecidos hayan sido 115 mil es fortuito en la medida en que pudimos ser cualquiera de nosotros o de nuestros familiares.
Si este accionar tiene alguna relación con la militancia, la expresión política o la toma de postura ante la gestión de la pandemia, la dirigencia política debe revisar cuál es el mensaje que están recibiendo sus bases. Y tampoco tardó en llegar el oportunismo en plena campaña electoral de dirigentes de la oposición, que se solidarizaron con los familiares a través de las redes sociales y dejaron bien claro que el vandalismo aconteció durante un acto organizado por el oficialismo.
Los muertos, nuestros muertos, son personas que se fueron antes de tiempo porque todavía no había vacunación disponible, porque tuvieron mala suerte, comorbilidades o no se cuidaron lo suficiente. De todas maneras duelen y merecen el respeto de toda la sociedad. La grieta no justifica la violencia.
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