Ella es una científica marplatense, pero estudió Biotecnología en la Universidad Nacional de Quilmes. Se llama Florencia Cayrol y recientemente fue distinguida como «La Científica del Año» por la Women Economic Forum 2022 por sus estudios sobre los tratamientos oncológicos. Hoy trabaja como investigadora en el Instituto de Investigaciones Biomédicas (Biomed, Conicet-UCA) y forma parte del Laboratorio de Neuroinmunomodulación y Oncología Molecular. Tras recibirse, hizo su doctorado con la bioquímica Graciela Cremaschi como directora y con el oncólogo Leandro Cerchietti, que trabaja en la Universidad de Cornell en Nueva York, Estados Unidos, donde viajó en varias oportunidades.

Cayrol, que es madre de un niño de menos de un año, fue reconocida por sus estudios acerca de cómo mejorar tratamientos oncológicos con bajos efectos secundarios de diferentes tipos de tumores malignos. En la lucha contra esta cruel enfermedad, desde el lado de ciencia está dando batalla. «Enterarme que iba a ser distinguida por WEF fue una gran sorpresa y alegría». A la vez que remarcó: «Es muy lindo recibir el apoyo de un grupo de mujeres que cumplen roles muy importantes en distintas áreas de nuestra sociedad».

Cayrol, además, fue ganadora del Rising Talent con el Premio Internacional L’Oréal-Unesco «Por las Mujeres en la Ciencia». «Siento que estas distinciones no son una cuestión personal, sino que es en definitiva en representación de todas las mujeres científicas de nuestro país y, sobre todo, mis compañeras de trabajo».

Vale destacar que los premios WEF reconocen a diez personalidades representativas e inspiradoras del mundo. Las categorías que se presentaron para votar fueron mujer del año, mujer de la década, mujer CEO o directora del año, artista del año, deportista del año, jóvenes innovadores creando un mundo mejor para todos, empresa del año, emprendedora del año, mujer del año, empresaria del año y científica del año.

Está enfocado en la economía de la mujer, la reactivación económica, el rol activo y un análisis de la igualdad, la diversidad y la inclusión. Se entrega desde hace más de 40 años, y se han ido radicando en distintos países, incluyendo a la Argentina desde hace algunos años.

«Este año salieron 10 categorías de premios, yo no sabía que estaba nominada, las postulaciones son abiertas a la comunidad y fue una sorpresa, porque no lo esperaba y es algo distinto que la sociedad te reconozca de esa manera».

«El Foro lo integran mujeres emprendedoras que tienen distintos objetivos y lo que me contaron es que vieron algunos logros que tuve en estos años, el hecho de ser una mujer joven y madre. De alguna manera tratan de visibilizarte para que sirva de ejemplo, para que otras mujeres vean que si a vos te gusta y querés dedicarte a una carrera tecnológica, lo podes hacer, y te puede ir bien; es mi interprestación de lo que quieren mostrar y por supuesto la búsqueda de mi trabajo, que generó avances en tratamientos oncológicos».

En tanto, sobre su  trabajo actual, explicó que «estoy con investigaciones más bien básicas de oncología molecular, pero que tienen la posibilidad de aplicaciones futuras en la parte clínica. Ahora estoy en la etapa de trabajar con médicos oncólogos para el reposicionamiento de drogas, es decir drogas que ya existen, está probada su toxicidad, son seguras para usar en humanos, pero son utilizadas para otras patologías. Yo las propongo como nuevos tratamientos para usar en combinación con las terapias que se usan hoy en día», argumentó.

 Desde pequeña le gustaron las ciencias biológicas y médicas, influenciada por sus padres, un pediatra y una obstetra. Así, desde Mar del Plata, llegó a la Universidad de Quilmes. «Pensé que me iba a formar a nivel universitario en Argentina y que tendría que hacer afuera investigación, porque estaban cerradas las carreras en 2003. El CONICET era casi imposible», recordó. Sin embargo, al terminar en 2008 había cambiado todo. Obtuvo pasantías y becas en el CONICET, hizo su doctorado, e incluso viajó becada en varias oportunidades a Estados Unidos, para más investigaciones.

Entre su niñez y adolescencia se dedicó a la gimnasia artística. A los 10 años fue voluntaria de los Juegos Panamericanos de Mar del Plata 1995. Cuatro años más tarde representó a la Argentina, con apenas 14 años, en los Juegos Panamericanos de Winnipeg 1999, en Canadá. En aquella competencia resultó la atleta más joven del seleccionado nacional, pero antes de cumplir 17 años decidió dejar la gimnasia.

Florencia destacó la posibilidad de tener una formación «gratuita y abierta». Y apuntó: «Siempre resalto primero la oportunidad que uno tiene. Aunque a veces se complica, uno intenta devolver a la sociedad todo lo que nos dio y hacer desde acá lo que nos gusta».

Su día a día

En su profesión no hay horarios, «depende del área de investigación que tengas. En biométrica los horarios varían, no es como en una oficina; me he quedado hasta las 10 de la noche. Depende de lo que estés investigando. Durante el  doctorado estás muchísimas horas, a veces trabajás en colaboración con otros institutos y a veces vas los fines de semana. Es una profesión que uno hace porque te encanta, pero no te pagan horas extras ni nada».

A pesar de los reconocimientos, Cayrol sigue trabajando de la misma forma. «Estoy formando estudiantes, con una línea de trabajo más independiente para formar un grupo propio, siempre bajo la tutela de mi directora», reconoció.

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