Terminó sus estudios secundarios en el ex Politécnico, es constructor y trabajó con Eduardo Eurnekian más de treinta años. En ese tiempo hizo una maqueta del Cementerio de Darwin a pedido del empresario y logró luego llevarla a Malvinas. En estos días recibió un reconocimiento de parte de los concejales locales.
Una historia increíble
Hace casi dos décadas, en silencio, Eurnekian estaba cerca de la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur cuando lo llamó el entonces embajador británico Robin Christoper y le comentó que familiares de los caídos querían hacer un monumento en Malvinas en honor a las vidas que quedaron allí. Por años, los distintos gobiernos miraron para otro lado.
Por entonces en Malvinas estaba el primer cementerio, construido con la supervisión de la Commonwealth WarComission después de la guerra de 1982, y luego de que el coronel Geoffrey Cardozo recogiera todos los cuerpos de los argentinos enterrados en los campos de batalla y les diera digna sepultura en Darwin. Era un cementerio sencillo, con una empalizada como las de campo, y las doscientas treinta cruces de madera.
Fue ahí cuando Eurnekian entró en escena, se comprometió con la causa y llamó a Chaparro. Le pidió que buscara contratistas y empezara el proyecto, que ya tenía un plano creado por el arquitecto Carlos Daprile y aprobado por la Comisión de Familiares. El monumento fue hecho con material argentino y a cargo de la empresa Prenova, fue prefabricado entre noviembre y diciembre de 2003 en la provincia de Buenos Aires.
Chaparro y Eunekian armaron en el playón de la Terminal de Cargas Argentina del Grupo Aeropuertos Argentina 2000, donde hoy está la terminal C de Ezeiza, todo el escenario. Sacaron todas las cosas que estaban allí depositadas, y con las grúas que mueven los aviones armaron un cenotafio con los nombres de los caídos, como una maqueta de tamaño natural, igual al monumento que se haría en Darwin. Y en enero de 2004, frente a ese monumento, se firmó el acuerdo para llevar a las islas las diferentes partes pre-armadas.
Las partes fueron llevadas hasta el puerto de Campana en 19 camiones y desde allí en un barco de bandera Noruega hacia las Malvinas. Desde Puerto Argentino, en veintidós camiones, las partes llegaron a Darwin y fueron armadas por Chaparro, que no necesitaba visa: el constructor, con permiso especial como artista, y siete isleños. Entre ellos una mujer, respetando a rajatabla el plano del cementerio y las cruces en las que siete madres pidieron no colocar el nombre de sus hijos. Además, se colocaron 230 placas de granito, 121 con la leyenda “Soldado argentino Solo Conocido por Dios”.
Todo fue hecho en nuestro país por el marmolero Calello: el mismo que para el 26 de marzo de 2018 hizo las placas con los nombres de los 90 soldados identificados.
Homenaje
Días atrás Chaparro fue homenajeado en el Honorable Concejo Delibretante local y distinguido junto a otros veteranos. Entonces recordó: «Este proyecto empezó hace muchísimos años. La Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur, formada en su mayoría por madres, estaba pidiendo hacer un cenotafio en el Cementerio de Darwin. Pudo concretarse por intermedio del señor Eduardo Eurnekian; él me llamó para que esa iniciativa tomara un cuerpo y un espacio. Hice el montaje y la prefabricación del monumento con material argentino. Trasladarlo a Malvinas fue toda una epopeya. Una vez allí, lo llevé al Cementerio de Darwin en carretones”.
Luego, el constructor aseguró: “Allí, con ayuda de los isleños, inicié el armado y coloqué las placas con la leyenda ´Soldado Argentino Solo Conocido por Dios´. Posteriormente, las madres identificaron las placas de las tumbas. Puse las cruces y las estructuras. El haber hecho una obra tan maravillosa como esta dedicada a los soldados de nuestro suelo que quedaron ahí, defendiendo nuestra Patria, me enorgullece y lo voy a llevar para toda la vida”.
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