«El aumento de adeptos se dio naturalmente con el crecimiento de la localidad, y notamos que continuamente van rotando y se incorporan nuevos», explicó Ariel Sala, instructor y titular de Parapente Paramotor Berazategui.
«El vuelo requiere equipos que son importados, por lo tanto son muy caros y las personas que participan de la actividad son adultos de avanzada edad y con un poder de adquisitivo mínimo, empiezan a los 30 años, a los 50 son practicantes habituales y alrededor de los 60 a 65 años se retiran», explayó el deportista y remarcó: «La edad en que uno vuela es limitada, por eso muchos dejan por la edad o problemas de salud, pero aparecen todo el tiempo alumnos nuevos».
El parapente funciona sin motor y con un ala completamente flexible. «El vuelo es libre porque se desplaza con el ala, en zonas montañosas es más fácil porque la persona despega desde las alturas; en provincia de Buenos Aires no hay montañas, entonces se puede hacer de una única manera: el deportista debe remontarse con una soga, cuando llega a 500 metros de altura se suelta y queda volando solo», especificó.
«La finalidad es tomar altura, volar el mayor tiempo posible y sumar kilómetros. Hay gente que se dedica a hacer competencias de distancia. Es una vivencia única y reconfortante en la que se requiere destreza», detalló.
Por otro lado, contó que hay quienes prefieren realizar la práctica de paramotor. «Es una actividad que consiste en desplazarse por el aire sujeto por un paracaídas similar al de parapente y movilizado por un motor, y que permite volar más tiempo, se escucha el ruido del motor y se puede disfrutar del paisaje».
«Depende de los objetivos que tenga la persona y qué es lo que le gusta hacer. En Berazategui la elección está repartida, la mitad prefiere parapente y la otra paramotor», indicó.
Las clases se realizan en calle 63 y autopista Buenos Aires-La Plata. Al respecto, Sala expuso: «Brindamos un curso con una duración de tres meses, la capacitación se basa en el despegue, aterrizaje, técnicas y seguridad, porque es un deporte de riesgo y no es posible volar sin antes estar instruido» y agregó: «Estamos los sábados en el campo de vuelo. Los interesados se pueden acercar a charlar con nosotros e informarse sobre la actividad. Si deciden comenzar, les proveemos los equipos durante el curso, el mismo incluye 10 vuelos de altura; luego de concluido, deberán contar con sus propios elementos y los profesores continuamos con el seguimiento para que puedan desplazarse por el aire con seguridad».
«Yo empecé de esa forma, hace 22 años vi a alguien volar, averigüé sobre la actividad y me contacté con un instructor. Comencé haciendo parapente y continué con paramotor», relató el aficionado. Y destacó: «En Hudson hay kilómetros de campo, hasta La Plata tenemos 25 kilómetros para volar, hay lugar de sobra. A veces, también, hacemos viajes desde acá a Mar del Plata y son muy divertidos».
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