Según un estudio realizado por el Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS) -institución académica afiliada a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA)-, la presencia de alimentos no saludables dentro del supermercado es hasta cuatro veces mayor que la de los saludables y ocupan sitios de mayor visibilidad, como aquellos de mayor proximidad con las cajas.

“Nuestras elecciones alimentarias influyen directamente en nuestra salud, pero también pueden influir en el ecosistema y en el sistema alimentario que produce los alimentos que consumimos. De la misma forma, nuestras elecciones alimentarias pueden verse influidas por lo que el sistema alimentario produce y promociona”, explicó la Dra. Natalia Elorriaga, nutricionista, magíster en Efectividad Clínica, investigadora del IECS y del CONICET, y doctora de la Facultad de Medicina de la UBA.

La especialista agrega: “Si en esos puntos de venta hay además una mayor oferta de alimentos no saludables, que se ubican en espacios de gran visibilidad o al alcance de niños y niñas, con promociones y descuentos, nuestras decisiones pueden verse influidas por el entorno”.

Los resultados a los que arriba esta investigación resulta de vital importancia en un contexto en el que se está debatiendo una medida como el etiquetado frontal de alimentos.

La doctora Elorriaga y un grupo de colegas clasificaron los productos disponibles para la compra en alimentos y bebidas saludables y no saludables, basándose en las Guías Alimentarias para la Población Argentina y seleccionaron un grupo reducido de alimentos en cada categoría, siguiendo los lineamientos de un protocolo internacional. Se consideró “saludables” a aquellos recomendados de preferencia para consumir diariamente; alimentos frescos o con bajo grado de procesamiento. Los “no saludables”, en cambio, incluyen alimentos que las guías recomiendan limitar o consideran “de consumo opcional” y solo deberían aportar una proporción minoritaria de las calorías diarias.

Los investigadores, además, midieron los metros lineales de góndolas que los supermercados (tanto los llamados “chinos” como los de cadena) destinaban a un grupo de alimentos saludables y a otro grupo de productos no saludables y luego calcularon la proporción que ocupaban aquellos “saludables”. El resultado promedio fue decepcionante: el espacio de los alimentos poco saludables evaluados era cuatro veces mayor que el ocupado por los alimentos pertenecientes al grupo saludables. Además, en el 97% de los locales relevados había al menos un alimento poco saludable en el sector de las cajas, mientras que solo en 28% de los locales había al menos un alimento saludable.

En una recorrida por supermercados de barrio de Berazategui, este medio pudo constatar que efectivamente existe una mayor exposición de alimentos catalogados como “no saludables” que la que reciben aquellos que son más beneficiosos para la salud de los consumidores. En la mayoría de los casos, dueños y/o encargados de los comercios consultados coincidieron en que no se trata de una disposición intencional, sino que la ubicación de los productos responde a parámetros aleatorios o bien “porque siempre se hizo así”, sin tener en cuenta que el lugar asignado influye en los hábitos de consumo de sus clientes.

La Doctora Vilma Irazola, directora del Departamento de Investigación en Enfermedades Crónicas del IECS, sostuvo que “El problema actual del sobrepeso y la obesidad en la población infantil y adulta de nuestro país es alarmante” y que “para ser abordado requiere un enfoque multidimensional”. En ese sentido, precisó que “el ambiente alimentario, lo que nos rodea, puede influir en la elección de alimentos y en este sentido puede facilitar o crear barreras para la adopción de hábitos saludables. En búsqueda de soluciones, como ya conocemos, es importante tener en cuenta el ambiente en el hogar, en la comunidad, en la escuela, y también los puntos de venta de alimentos y bebidas y sus promociones”, concluyó.

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