Algunas adicciones, como las ciberadicciones, tienen efectos sobre la misma persona, no solo en relación con su contexto, sino también a la propia intimidad e identidad. Sin embargo, suele desatenderse a esta adicción y existe cierta tendencia a trivializarla.
Con frecuencia los adolescentes son percibidos como herméticos y, en ocasiones, ermitaños. Por este motivo se naturaliza su alejamiento del contexto que los rodea y se pierde de vista que pueden pasar extensos períodos de tiempo conectados a las redes sociales, dispositivos tecnológicos, etc.
Pues, a través de la virtualidad se están conectando con todos y al mismo tiempo con nadie. No hay real socialización por medio de las redes sociales, por el contrario, nada sustituye el contacto cara a cara. La ciberadicción perjudica la intimidad, la identidad, la autonomía y la confección de lazos sociales de calidad. Se confunde el afuera con el adentro.
Este tipo de adicción tiene efectos altamente perjudiciales para el desarrollo sano de todo adolescente, pues genera gran dependencia. El afecto, la aceptación y la autoestima están determinados por la cantidad de likes que cada publicación recibe. El sujeto deja de preguntarse qué necesita de sí mismo para sentirse a gusto, para preguntarse qué necesita el otro.
Al mismo tiempo, la virtualidad propone moverse en la inmediatez de lo instantáneo, de lo fácil y rápido. Ello obstaculiza los tiempos de reflexión, de evaluación, mientras que predispone a la ansiedad, la desconexión con la realidad y la aceleración.
Con frecuencia lo descripto repercute en la socialización con pares, con adultos y también con los objetos de conocimiento. Esto último tiene estrecha relación con los estímulos incesantes de lo electrónico que no dan lugar a la atención. Habilidad esencial para poder adquirir nuevos y más complejos aprendizajes. Incluso en relación a esto son los mismos adultos quienes muchas veces miden, inclusive, la inteligencia en términos del manejo o no que los niños o adolescentes tienen de la tecnología. De esta manera, mientras un docente da cuenta de que un niño no logra comprender consignas de trabajo, su tutor puede expresar “no entiendo por qué sucede esto en la escuela, si en casa domina excelentemente la computadora”. Se pierde de vista que ello depende de procesos mecánicos y de repetición, mientras que los aprendizajes arcádicos, necesario para la vida, suponen poner en juego variables más complejas como la seguridad personal, el manejo de la frustración, el razonamiento, entre otras.
María Julieta Amendolara
Lic. En Psicopedagogía
Hacé tu comentario