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Por y para los chicos | lapalabradeberazategui.com.ar

Una profesión, sin duda, muy particular, donde se combinan muchas cosas, entre ellas, paciencia, pedagogía y la necesidad de romper el hielo, tanto con los chicos que inician su periodo escolar como con los padres, a veces reacios a separarse de sus hijos.

Esta vez, elegimos la figura de Daniela Novello, hoy consejera escolar de Berazategui, pero que ejerció su profesión, alrededor de 20 años, en los jardines municipales.

“En principio elegí esta profesión porque me  gustaban mucho los chicos. Primero tuve que dejar de estudiar  porque tenía que trabajar, una decisión difícil, pero después pude combinar el trabajo en la Casita del Niño con el estudio y me pude recibir en la Escuela Normal de Quilmes. En 1992 comencé en los jardines municipales que en 2004 fueron reconocidos por la DIPREGEP, gracias a la iniciativa del doctor Juan José Mussi. Hasta ese momento estas instituciones no eran reconocidas ni con el sueldo docente ni con las intervenciones pedagógicas por los inspectores. A partir de entonces tuvimos los mismos derechos que figuran en el Estatuto Docente y la supervisión pedagógica que es sumamente importante” explicó Novello.

“Yo pase por el jardín Grillito Feliz, que funcionaba en una casita que ofreció un vecino. Después tuvimos nuestro propio edificio sobre la calle Carlos Mujica. Tiempo después me pase al jardín  Pecosin. En ambos viví experiencias hermosas, fueron momentos muy lindos, hasta que me convocaron para el cargo de ocupo hoy, desde hace cuatro años” apuntó la docente. Sobre futuro, prefiere no adelantar nada. “No sé qué voy a hacer, pero si tengo que volver lo hare con muchísimo gusto, porque como ya dije me costó mucho tomar la decisión. Igual nunca me desconecte y sigo viendo a los chicos, a mis compañeras, sigo estando muy presente” contó Daniela.

Dejo en claro en todo momento, que su profesión siempre paso por su desempeño en los jardines municipales. “Mi corazón está con ellos plenamente” expresó.

“Una maestra jardinera tiene que tener sobre todo vocación- opinó- querer mejorar y transformar ese mundo chiquito, de acercar a los chicos los primeros conocimientos. De hacer de los niños la vida  mucho más feliz. Me gustan las aulas con alegría, llena  de canciones, que estén dedicadas a ellos. Una maestra tiene que ser amorosa con sus alumnos, claro sin confundir, porque ahora se habla mucho de ese tema, pero las maestras tienen un amor puro, de corazón…donde uno cuida al otro. Siempre creí que de esa forma estamos formando mejores adultos para el futuro y eso me hace sentir plena”, confió la docente.

“Sentarse en esas sillitas chiquitas es importante. Estas arriba y bajar, es descender y estar en su mundo, que es maravilloso, es muy lindo escucharlos y mirarlos de igual a igual. Y si bien interactuamos con 30 realidades diferentes te olvidas de muchos de tus propios conflictos y te enfocas en su sonrisa, que es lo más puro que puede existir” explicó para finalizar.

Dentro de las paredes del jardín, ellas no saben más que cuidar a esos seres diminutos que están aprendiendo a elegir y a la ver el mundo de una forma personal, descubriendo que pueden compartir y que pueden hacer más cosas de las que creen. Daniela recorrió el mismo proceso, y con los años reconoció en carne propia lo mismo que pregona…que querer es poder.   

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