De hecho, ya para mediados de este mes, se calcula que la carne pueda subir un 15%.
Además, a fines de enero se incrementó el precio de la hacienda en el mercado de Cañuelas, lo que en el corto plazo, efectivamente podría trasladarse al consumidor.
Igualmente estamos en un contexto de caída en la demanda interna por la pérdida de poder adquisitivo. El consumo se está desplomando. Esto de alguna manera, ayudará a moderar futuros incrementos en góndolas y carnicerías.
Esto ya se está sintiendo. La suba en el precio de la carne fue uno de los distintos factores que impulsó al alza la inflación de diciembre que llego al 25,5%. De la misma manera, la moderación en la suba de este producto básico en la canasta alimentaria contribuiría a la desaceleración del IPC estimada para enero, que según consultoras oscilará entre el 20% y el 25%.
En este escenario, el techo a los precios lo va a terminar poniendo el consumo.
Por lo pronto, esta suba del 15% tiene origen en la menor oferta de animales, ya que este año, un millón y medio de terneros no nacerán, lo que sumado a la fuerte faena de vacas ocurrida en el último semestre del 2023, provocarán una caída en la oferta que presionará sobre los precios de los cortes de carne.
Y también, a raíz del crecimiento en las exportaciones, el propio Gobierno prevé que los envíos al exterior ganen participación este año como destino de lo producido, tras un 2023 que cerró con fuerte incremento en los volúmenes exportados.
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