El hallazgo ocurrió el domingo por la mañana, cuando el dueño y el cuidador de ese campo acudieron a ver qué se había prendido fuego el sábado por la noche. “Pensaron que era otro auto que quemaban para cobrar el seguro, pero cuando llegaron se encontraron con que había dos cadáveres en el asiento trasero totalmente incinerados”, explicaron fuentes de la investigación.

El hallazgo se dio en un predio ubicado en el cruce de la avenida Néstor Kirchner y la Ruta 16. Las fuentes creen que ambos cuerpos fueron trasladados a ese lugar «para incinerarlos”, pero que habrían sido asesinados en otro lugar. Al mismo tiempo, los investigadores indicaron que los cuerpos se encontraban en el interior de una Citroën Berlingo, la cual tenía pedido de secuestro activo desde abril de la Comisaría La Matanza Oeste, 3ª de Villa Luzuriaga. Creen que el fuego comenzó desde el interior del vehículo.

La causa es investigada como un doble homicidio por el fiscal Alvaro Garganta, quien ordenó las pericias de rigor para intentar determinar las identidades de los cadáveres. Si bien se especuló con que podría tratarse de Morello y Escalante, la autopsia preliminar arrojó que los cuerpos calcinados corresponden a dos masculinos de entre 30 y 35 años, por lo que esa hipótesis fue descartada. En ese sentido, se cree que las víctimas serían Silvio Vitullo y Diego Segura, dos mecánicos oriundos de Almirante Brown que habían sido reportados como desaparecidos el día anterior (sábado 10) en esa localidad.

Mientras tanto, la justicia había comenzó con los rastrillajes en la zona de Abasto (donde fue hallado el BMW de Lucas Escalante) para tratar de dar con el paradero de los jóvenes desaparecidos en Florencio Varela.

Silvana dejó su hogar el viernes 3 de junio para dirigirse a un cumpleaños, según le contó a su mamá Viviana. Sin embargo, el sábado 4 la mujer mantuvo una conversación con el perfil de WhatsApp de su hija, en donde ella le explicaba que estaba “bien”. No conforme con ello, Viviana creyó que su hija podía correr peligro, ante lo cual radicó la denuncia en la Comisaría Primera de Berazategui.

“Como el sábado por la mañana todavía no había llegado, empiezo a llamarla por teléfono, pero no me atendía. Cuando le escribo por WhatsApp me dice que la casa quinta quedaba muy lejos, que nadie podía traerla y que a más tardar el domingo por la noche iba a estar de regreso”, relató Viviana. Para el lunes, siguió la madre, «le escribía mensajes y no me los respondía, aunque aparecía en línea. Después apagó el teléfono».

«Estoy bien, estoy lejos», fue el último mensaje de Silvana a su madre. “Ella es muy ingenua y dócil, muy fácil de manipular”, contó la madre, quien organizó una marcha para el lunes 13 de junio.

 Finalmente, a través de la Fiscalía a cargo del Doctor Christian Granados, los investigadores lograron confirmar que Silvana se encontraba en la provincia de Chubut. Tras ordenar a la policía de esa provincia que ubicara a la joven, ésta llegó hasta la comisaría, donde se constató su identidad y se informó de su paradero a su madre.

“Un joven de 25 años la contactó por un juego en línea y ella fue hasta Comodoro para estar con él”, confió una fuente a Periódico La Palabra. Por último, cabe señalar que Silvana se encuentra en buen estado de salud, aunque desde la fiscalía local se ordenaron una serie de pruebas médicas para descartar cualquier padecimiento.

Según Cordero, su hijo transitaba un cuadro depresivo a raíz de discusiones con su esposa, con quien tiene una hija de un año y cinco meses, por lo que se encontraba viviendo con su hermano Eduardo. En ese contexto, el domingo 11 de julio, alrededor de las 18 horas, fue la última vez que Cordero vio a Emiliano, quien le comentó que al día siguiente se reuniría con un abogado para asesorarse sobre el régimen de visitas a su hija. Sin embargo, fueron los compañeros de trabajo del hombre quienes informaron que nunca llegó a ese destino.

Según las fuentes judiciales, la fiscal Borrone solicitó el relevo de las cámaras de seguridad de la zona donde Emiliano fue visto por última vez. Además, se contactó con la fiscalía interviniente de la Ciudad de Buenos Aires (la primera denuncia fue radicada en CABA) para determinar quién continuará la investigación. Además, se solicitó información acerca de la tarjeta SUBE registrada a nombre de Emiliano, aunque el hermano de éste informó que el hombre se fue de su casa en un taxi.

«Parece increíble, es como una pesadilla que de a poco se convirtió en una película de terror», dice Héctor apesadumbrado. La familia ha recorrido miles de kilómetros buscando a Irene por Melchor Romero, en cada hospital de La Plata, en Florencio Varela, Quilmes y hasta en la Ciudad de Buenos Aires. Visitaron videntes, refugios para personas en situación de calle, morgues, clínicas privadas y decenas de comisarías. Recorrieron barrios del conurbano con indicios que no llevaron a nada. Pusieron banners con la imagen de Irene en la vía pública, fueron a canales de televisión, radios y periódicos, pero sin suerte. La investigación judicial, en manos de la fiscal Silvia Borrone, tampoco ha arrojado datos certeros, a pesar de la buena voluntad de la letrada.

Respecto de la actuación de la Justicia y de la policía, Héctor cree que «se perdió un tiempo valioso» en las primeras semanas tras la desaparición. «Creemos que en esos días se pudo haber hecho algo más. Sentimos que no se la buscó como debería haberse hecho», asegura el mayor de los tres hermanos, quien entre las hipótesis que maneja sostiene que quizá Irene está al cuidado de alguien «que cree que le está haciendo un bien, pero que no sabe que su familia la está buscando».

Precisamente sobre este tema Héctor resalta que, durante todos estos meses de búsqueda, se han encontrado con casos insólitos, entre los cuales bien podría verse reflejado el caso de su mamá. Uno de ellos es el de una mujer que permanecía en el hospital Iriarte de Quilmes desde hacía cuatro meses y a quien nadie parecía buscar, «era como si las autoridades tampoco se preocuparan por difundir su rostro, porque no nos dejaban tomar una foto para que la publiquemos y ver si aparecía algún familiar», explica. La otra es la que le relató Juan Carr, de Red Solidaria, durante una charla mantenida tiempo atrás, en la que le contaba acerca de una mujer que estuvo desaparecida durante 19 años y que finalmente fue hallada por la familia. “Es mucho tiempo”, dice Héctor, pero da algo de esperanza saber que Irene puede aparecer en cualquier momento.

A lo largo de la charla Héctor repite que «mantengo viva a mi mamá», y cuenta que «De alguna manera siento una energía que me dice que está viva. Hay mucha gente con buen espíritu que nos alienta a seguir buscándola, que nos dicen cosas que nos hacen creer. Mi mamá es la mamá de todos me gusta decir, porque hay mucha gente pendiente de que aparezca», asegura, aunque al mismo tiempo expresa que siente mucha tristeza y dolor por no saber dónde está, 590 días después.

Al momento de su desaparición Irene del Carmen Tevez vestía una campera de tela polar color azul, pantalón de jean color azul y zapatos color negro. Llevaba consigo una mochila simil cuero de color negro. Usaba una cadena con dos dijes circulares con las inscripciones: «IRENE 1123859557» e «IRENE 1136700402», ambos son los números telefónicos de sus hijos Patricia y Héctor. Aquellos que puedan aportar alguna información se solicita comunicarse a esos números, al 911 o a la comisaría más cercana.

La joven, que vive con sus padres, salió ese viernes alrededor de las 18 horas a entregar productos de belleza a una vecina, distante a solo 3 cuadras de su casa, con lo puesto y el celular.

«Al rato le escribió a mi suegra y le dijo que se iba a ver con el chico que salía y que volvía recién el lunes. El tema es que no contestó más. La  mamá al ver que no volvía le mando mensajes por whatsapp, pero ella nunca le contestó. Todos le mandamos mensajes y hasta el 5 de mayo figura como que los vio, pero después el celular se apagó. Nunca contestó un solo mensaje. Lo primero que hicimos fue contactar al chico con el que ella se iba a ver, y con el que salía hace un par de meses, pero él dijo que al final no se habían visto esa noche porque ella no se había contactado. Por eso la situación es más que desesperante», contó Micaela, cuñada de la joven desaparecida.

«Lo que más nos llama la atención es que ella no se llevó nada. Ni DNI, ni cargador del celular, ni ropa. En otras oportunidades quizás se quedaba a dormir en la casa de una amiga o amigo, pero por muy poco tiempo, a lo sumo un día y después volvía, pero siempre estaba en contacto, siempre contestaba. Por eso no entendemos qué pudo haber ocurrido, porque ya pasaron muchos días», expresó Micaela.

Verónica no utilizaba redes sociales pero sí Tinder y <badoo, por lo cual esperan que al revisar esos sitios la investigación pueda arrojar algún dato que los lleve a saber sobre ella.

La familia realizó la denuncia en la comisaría segunda de Ranelagh, donde le tomaron declaración no solo a los integrantes del núcleo más íntimo, sino también a los vecinos y a la mujer que recibió el pedido de cosméticos. «Ni plata tendría, porque la señora no le pagó en ese momento. Por eso tenemos muchas dudas».

Al cierre de esta edición, efectivos policiales visitaron a los padres, con quienes intentan tener un contacto periódico para poder llegar a un resultado positivo. El año pasado la familia sufrió la pérdida de otro hijo, luego de transitar una cruel enfermedad. Aún no repuestos, están transitando por la situación dramática de buscar a Verónica que no dejó rastros.

«Ella contaba lo que hacía y con quién estaba, hablaba con todos, es muy comunicativa y no tenía problemas con nadie. Tiene muchos amigos pero ninguno sabe nada, por lo que pudimos averiguar. Ahora hicimos afiches que vamos a distribuir para que la gente nos ayude a encontrarla. Además, buscamos cámaras de seguridad en las casas de la zona que puedan permitirnos saber para dónde fue o qué camino tomó luego de salir de su casa», indicó Micaela.