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Murió Sergio De Loof | lapalabradeberazategui.com.ar

El artista plástico y diseñador Sergio De Loof, una de las grandes figuras de la escena cultural porteña de los ’90, murió esta semana luego de permanecer internado en una clínica de Berezategui centro. Las causas del deceso fueron determinadas como un «shock séptico» ocasionado por una infección grave localizada.

De Loof comenzó a tomar reconocimiento durante los ‘80, época en la que entabló amistad con otros personajes de la contracultura como Omar Chabán y Batato Barea. Incluso se relacionó y convivió con Luca Prodan en San Telmo.

Sin embargo, el reconocimiento llegó de la mano del menemismo de los ´90, el 1 a 1 y la «pizza con champagne». Había estudiado en Bellas Artes y comenzó a ser conocido en el microcosmos del Under a partir de la Bienal de Arte Joven de 1989, año en el que además comenzó a ser referente indiscutido de la noche porteña, en especial a partir de la apertura de diferentes bares como Bolivia (1989), El Dorado (1991), El Morocco (1993) y Ave Porco (1994).

Esos lugares se convirtieron, de la noche a la mañana, en refugios de artistas marginales, que no tenían lugar en el maisntream, escenarios donde se ponían en escena cuerpos no hegemónicos y que funcionaban como un crisol de culturas. De Loof organizaba desde excéntricos desfiles y exposiciones hasta obras de teatro donde las disidencias sexuales eran presencias habituales.

Irreverencia, humor, escándalo, eran palabras habituales cuando se hacía referencia a “El Rey del Under”, que en los últimos años usaba Facebook para mostrar su obra: un diario íntimo que denunciaba, por oposición, la hipocresía de la red social cuando revelaba sus estados de ánimo («Pienso en el suicidio»).

El año pasado, De Loof tuvo su reconocimiento cuando el Museo de Arte Moderno realizó la exposición ¿Sentiste hablar de mí?, en la que se realizó un recorrido por su legado y que se puede visitar hasta el 20 de abril de 2020.

De Loof murió el sábado 21 de marzo, 13 días después de ingresar al Nuevo Sanatorio Berazategui, sobre el cual comentaba en tono jocoso acerca de los casos de mala praxis allí denunciados. Una amiga que lo visitó horas antes de fallecer destacó que «Sergio le tenía terror al olvido». Murió a los 57 años.

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